El mandatario venezolano lanzó este lunes, cuando se cumple un año de las elecciones presidenciales que ganó con una abstención histórica y sin la participación de la mayoría de los partidos opositores, una propuesta que ya había sugerido varias veces. Se trataría de adelantar las elecciones legislativas, previstas para diciembre de 2020, y medirse con sus rivales que en cambio exigen su salida del poder. Con esos comicios, el líder chavista busca un balón de oxígeno y al mismo tiempo hacerse con el control de la única institución controlada por la oposición.
“Vamos a medirnos, vamos a elecciones adelantadas a la Asamblea Nacional […] para ver quién gana”, dijo durante un acto. “Vamos a legitimar la única institución que no se ha legitimado en los últimos cinco años”. El desafío del sucesor de Hugo Chávez, sin embargo, se produce en un contexto repleto de anomalías. En primer lugar, Maduro está ofreciendo renovar antes de tiempo el único órgano que todavía representa un contrapoder en Venezuela, aunque lo haga de forma simbólica. La justicia chavista despojó al legislativo de sus competencias hace dos años. El Parlamento está declarado en desacato y, aunque sigue reuniéndose semanalmente, sus decisiones chocan frontalmente con las del Gobierno. De hecho, el dirigente bolivariano convocó en julio de 2017 la votación de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), rechazada por las fuerzas críticas con el oficialismo. Este órgano también funciona y actúa como extensión del Ejecutivo.
En segundo lugar, la propuesta se inserta en un supuesto clima de apertura al diálogo y en los contactos mantenidos en las últimas semanas con distintas instancias internacionales para lograr una salida a esta grave crisis institucional. Delegados del Gobierno y de la oposición viajaron a Oslo para sondear la posibilidad de una mediación de Noruega, país con una larga tradición en resolución de conflictos. Al mismo tiempo, una misión del llamado grupo de contacto de la Unión Europea visitó Caracas y se reunió con las partes para explorar un camino electoral. “Hemos podido apreciar fundamentalmente una predisposición de todas las partes a participar en un diálogo que conduzca a esa solución a través de un acontecimiento electoral”, dijo el sábado en un encuentro con corresponsales Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado español de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe.
Ese acontecimiento se limitaría de momento a unas elecciones legislativas. Guaidó, que considera ilegítimo el mandato que Maduro inició el pasado 10 de enero porque no reconoce como válidos los últimos comicios presidenciales, reclama el comienzo de un proceso que consta de tres pasos. El llamado “cese de la usurpación”, es decir, una renuncia del mandatario; la formación de un Gobierno de transición; y finalmente la celebración de elecciones presidenciales, con la participación del chavismo aunque sin el actual mandatario, garantías y observación internacional independiente.
El presidente del Parlamento asegura estar dispuesto a escuchar todas las propuestas, pero también advierte de que la oposición no se dejará confundir. El principal respaldo a su plan llegó de Estados Unidos. El representante de Guaidó en Washington, Carlos Vecchio, se reunió este lunes con el Departamento de Estado y el Pentágono “para discutir”, según anunció, “todos los aspectos de la crisis de Venezuela” . Más tarde, el rival de Maduro dejó claro que rechaza de plano cualquier opción electoral cuyo diseño esté en manos del oficialismo. “El 20 de mayo de 2018 demostramos que en farsas no participamos. Una nueva farsa solo agravaría más nuestra crisis. Solo cesando la usurpación y con árbitro transparente habrá elección libre”, aseguró.
Las presidenciales del año pasado se precipitaron después del enésimo intento fallido de negociación. El Gobierno y los representantes de la Asamblea Nacional se reunieron a principios de 2018 en República Dominicana y rompieron las conversaciones porque los delegados del chavismo se negaron a ceder el control de las reglas del juego de la convocatoria. Y con esos precedentes, Guaidó se mantiene fiel a su hoja de ruta. “Reiteramos que con movilización pacífica, presión internacional y el respaldo creciente de nuestra Fuerza Armada Nacional, lograremos el cese de la usurpación, el Gobierno de transición y las elecciones libres”, tranquilizo a sus seguidores desde las redes sociales.