Donald Trump sale por segunda vez en menos de un año al rescate de los agricultores afectados por la guerra arancelaria con China. Y lo hace, además, movilizando más dinero. El nuevo paquete de asistencia está valorado en 16.000 millones de dólares (14.300 millones de euros) y la gran mayoría se canalizará por vía de las subvenciones directas. El campo fue clave para la victoria del republicano en las presidenciales de 2016.
La nueva ayuda de emergencia vuelve a ahondar en la contradicción de la política comercial del presidente de EE UU y una admisión de los daños que está provocando su estrategia de confrontación. El agrícola es en este momento el sector más afectado y el impacto lo están sintiendo con más fuerza los productores de soja. El pasado julio, ya se activó un primer paquete de asistencia de 12.000 millones (11.200 millones).
El pilar central del programa son 14.500 millones en pagos directos a los productores de cereal, lácteos y cerdo impactados por las medidas de retorsión comercial. Contempla, además, otros 1.400 millones para los alimentos frescos que se destinan a programas de comida gratuita en los colegios y para personas necesitadas. Los primeros pagos se abonarán en julio, a los que seguirán dos más a lo largo de 2019.
Este segundo rescate se activa tras el alza de los aranceles a productos importados desde China por valor de 200.000 millones, a los que ahora se aplica un impuesto del 25%. El presidente ya anticipó a raíz de la nueva escalada que estaba preparando un nuevo paquete de asistencia y dijo que se financiaría con el dinero adicional que estaba recaudando en la frontera. Lo presentaba como una victoria. “Serán los principales beneficiados”, afirma.
La ayuda, de acuerdo con la lógica de la Casa Blanca, sería una transferencia del dinero que se cobra a los importadores de bienes chinos que entran en el mercado estadounidense. El Departamento de Agricultura señala, en todo caso, que estás subvenciones forman parte de un programa de asistencia que ya existe. El rescate, en cualquier caso, refleja que Trump no está dispuesto a ceder en este momento.
El campo estadounidense fue el primer objetivo de los países que respondieron al alza de los aranceles, que respondieron con medidas de retorsión aplicadas a productos agrícolas de regiones muy sensibles políticamente para los republicanos. Para rebajar la presión, EE UU llegó a un pacto la semana pasada con México y Canadá para retirar el impuesto aduanero a las importaciones de acero y de aluminio.
El secretario de Agricultura, Sonny Perdue, explica que parte de la asistencia se utilizará para financiar programas de promoción y acceso de los productos agrícolas estadounidenses. “Si China decide no jugar”, afirma, “venderemos nuestros productos en otros sitios”. Citó la India, Tailandia, Malasia y Filipinas entre otros países. Pero admitió al mismo tiempo que espera que negociadores chinos retomen las discusiones.