Los venezolanos encabezaron en 2018 la lista mundial de nuevos solicitantes de asilo. Es la primera vez que esto sucede. Las 341.800 personas del país suramericano que el año pasado pidieron protección internacional superaron en número —con gran diferencia— a afganos y sirios, los siguientes en esa clasificación y procedentes de países en conflicto. A finales de 2018 había tres millones de venezolanos que habían huido del país, sobre todo desde 2015, cuando se aceleró el deterioro político y económico. Pero ya en junio de este año la ONU informó de que la cifra ahora alcanza los cuatro millones. Abandonan a la fuerza una Venezuela sumida en el caos en la que escasean los alimentos, las medicinas y el combustible. Un país donde la vida cotidiana está atravesada por la inseguridad y por un desastre económico que convierte los huevos y la carne en productos de lujo.
El informe de Tendencias globales de 2018 que hoy publica Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, califica la situación de los venezolanos que huyen como “el mayor éxodo de la historia reciente en la región [América del Sur] y una de las mayores crisis de desplazamiento en el mundo”. Y le dedica un apartado especial dentro de la panorámica global que ofrece sobre los 70,8 millones de personas que había en 2018 obligadas a abandonar sus hogares. Esta es la mayor cifra registrada desde la Segunda Guerra Mundial, en la que se incluyen refugiados (25,9 millones), solicitantes de asilo (3,5 millones) y desplazados (dentro de su país, con 41,3 millones), en una tendencia al alza que no ha dejado de crecer, sobre todo entre 2012 y 2015, por la guerra en Siria.
Los venezolanos salen de su país a un ritmo de 5.000 personas al día, y el informe estima que, de continuar así, llegarán a los cinco millones en el extranjero a finales de 2019. “No hay en el mundo un grupo tan grande de personas que se haya visto forzado a salir de su país sin que haya una guerra o una catástrofe”, explica por teléfono William Spindler, portavoz de Acnur para América Latina. La mayoría de ellos están en los países vecinos, sobre todo en Colombia (donde viven 1,1 millones) y en Perú (428.200), que debido a la llegada de venezolanos se convirtió en 2018 en el segundo país del mundo receptor de solicitudes de asilo en términos absolutos, sólo por detrás de Estados Unidos. Los países latinoamericanos que han recibido venezolanos les facilitaron el año pasado alrededor de un millón de permisos de residencia o de permanencia legal para que tuvieran acceso a servicios básicos, indica el informe, que advierte de que muchos otros “podrían estar en situación irregular, lo que les expondría a explotación y abuso”.
“América Latina no estaba preparada para esta llegada masiva de personas”, afirma Spindler. Solo 21.000 venezolanos han sido reconocidos como refugiados en la región hasta la fecha, y de esos tres millones que había en el exterior en 2018, solo habían pedido asilo 460.000 (y 341.800 solo el año pasado). Esto se debe, en parte, a que los servicios para tramitar las solicitudes se ven sobrepasados en la región, y además, como explica Spindler, se trata de procedimientos lentos “por lo que en algunos países, como Colombia, les es más beneficioso y rápido obtener un permiso de residencia” que pedir asilo. Spindler explica que, dada la crisis que atraviesa Venezuela, “Acnur cree que quienes huyen de allí necesitan protección internacional como refugiados”. Para atender “esta emergencia”, dice Spindler, la agencia de la ONU solo cuenta con el 28% del presupuesto que haría falta.
El informe de Acnur constata que son las regiones del mundo menos desarrolladas las que “soportan una responsabilidad desproporcionadamente grande” en acoger a los refugiados, una tendencia que ya se observaba el año anterior y que contrasta con los ruidosos debates que genera el tema en Europa y en Estados Unidos. Nueve de los diez países que más refugiados albergan están en regiones en vías de desarrollo, encabezados por Turquía, Pakistán, Uganda y Sudán. La excepción es Alemania, el quinto país que más refugiados tiene en el mundo, sobre todo sirios. De esos 25,9 millones de refugiados que hay en el mundo, el 61% vive en ciudades, más que en campamentos o zonas rurales. Es una población joven: la mitad son menores de edad, y de ellos, 111.000 estaban solos, sin su familia.
El grupo más numeroso de los 70,8 millones de desplazados forzosos que había en el mundo en 2018 era el de quienes huyeron a otra zona dentro de su país. Colombia sigue siendo, pese al proceso de paz, el país del mundo que más personas tiene en esta situación(7,8 millones), seguido de Siria.
En el informe de Acnur se habla también de quienes regresaron. En 2018, un total de 593.800 refugiados volvieron a su país. De ellos, un tercio eran sirios. Retornaron desde Turquía a un país arrasado, donde sigue habiendo combates, y lo hicieron pese a que Acnur señala que “no hay suficientes garantías o condiciones para facilitar una repatriación a gran escala segura y digna”. En cuanto al reasentamiento de refugiados en países distintos al de llegada —una forma de repartir la responsabilidad de la acogida entre Estados—, solo se hizo con 92.400 personas, cuando hay 1,4 millones que lo necesitan: un mero 7%.
Los venezolanos se han colado en 2019 entre las tres nacionalidades que más piden asilo en Europa, por detrás de sirios y afganos, según la Oficina Europea de Asilo (EASO). Las solicitudes de protección internacional en la UE ascendían la primera semana de junio a 292.825, un 11% más que en el mismo periodo del año anterior. El aumento se debe en buena medida, según la EASO, a la creciente demanda de latinoamericanos, sobre todo de venezolanos, que no necesitan visado para acceder al espacio Schengen. La EASO llama la atención sobre la llegada de colombianos, un colectivo que aumenta entre los solicitantes de refugio.
España es el destino del 90% de los venezolanos que registran sus solicitudes de asilo en Europa. Sus expedientes han contribuido a saturar un sistema ya al límite de sus posibilidades. Las peticiones de venezolanos suponen un 36% de los 46.581 expedientes abiertos hasta el 31 de mayo, según datos del Ministerio del Interior. Les siguen los colombianos (alrededor de un 20%) y los nicaragüenses (6%). La EASO mantiene en público la imposibilidad de anticipar tendencias, pero un informe interno de la Comisión Europea sí recogía en mayo la probabilidad de que la demanda de países latinoamericanos, sobre todo Venezuela y Colombia, “aumenten o se mantengan en los próximos meses”.