La masturbación, como una práctica que ha acompañado a la humanidad a lo largo de la historia, ha demostrado tener más beneficios que perjuicios para la salud (si se hace en el rango de la normalidad) de todas las personas, en todas las edades.
Los egipcios y los mesopotámicos hablan de Apsu, un dios que nació en el primer océano después de crearse a sí mismo a través de la masturbación, la saliva y las lágrimas, con lo que dio vida a la Vía Láctea.
Por el lado de los griegos, excepto en Esparta, la masturbación era vista como un don, en razón a que Hermes se la enseñó a su hijo Pan (Fauno) para aguantar los desaires de la ninfa Eco.
En los albores del cristianismo Agustín de Hipona la elevó a nivel de pecado. Más adelante, Jean de Gerson, en su modelo confesional orientaba a los sacerdotes a detectar este pecado y la penitencia que merecía.
Un siglo después, Gabriel Falopio, anatomista y médico italiano, recomendaba a los hombres frotarse sus genitales de manera fuerte para aumentar su potencia, lo que le valió el repudio de la Iglesia. Y después, en la época victoriana, la masturbación se consideró la génesis de muchos problemas sociales, como el aletargamiento, la locura y hasta la calvicie, al punto que algunos llegaron a considerarla potencialmente letal.
Hoy, a pesar de los avances, muchos siguen viendo en la masturbación un elemento negativo, como si los mitos de la edad media siguieran presentes. Porque no, no causa ceguera, ni pérdida de cabello o de sensibilidad de las manos, como se dijo la semana pasada en un popular tuit.
La evidencia científica se ha cansado de demostrar los beneficios de la masturbación -y el orgasmo- para el cuerpo. Y por eso presentamos 10 estudios recientes que confirman esas propiedades.
Mejora el bienestar
Los orgasmos liberan endorfinas, hormonas amigables que al actuar sobre el sistema nervioso central mejoran la percepción de bienestar, proporcionan placer de manera directa y disminuyen significativamente el dolor, tal como lo explica un estudio publicado en ‘Europe’s Journal of Psychology’. Estos efectos son extensivos a los obtenidos a través de la masturbación, valga decir.
Es un analgésico
La Universidad de Münster confirmó que el orgasmo alivia el dolor y disminuye los episodios de migraña en un 60 por ciento y en los casos intensos de hemicráneas (dolor de medio lado de la cabeza), esta mejoría fue casi del 40 por ciento un efecto que los investigadores relacionaron con la liberación de endorfinas sobre receptores analgésicos a nivel cerebral.
Ayuda contra la endometriosis
La movilización hormonal, la dilatación de los vasos sanguíneos y los movimientos que se producen durante un orgasmo disminuyen en dolor en la zona pélvica y atenúan los síntomas de la endometriosis, una enfermedad que se produce cuando uno de los tejidos del útero (endometrio) se siembra por fuera de este órgano. Así lo comprobó un estudio publicado en ‘Gynecologic and Obstetric Investigation’.
Disminuye el riesgo de cáncer de próstata
Para la próstata es mejor masturbarse que no hacerlo. Eso encontró una investigación de la Escuela de Salud Pública Harvard TH Chan, publicado en la revista científica ‘European Urology’.
En concreto, aunque hacerlo de manera asidua no elimina la posibilidad de padecer este cáncer, el estudio demostró que la masturbación frecuente (21 veces al mes) minimiza el riesgo en una quinta parte frente a quienes menos lo hacen, lo que ha sumado a otros elementos de protección se convierte en una forma de proteger contra este mal mortal.
Aumenta las defensas
Los hombres que se masturban (el estudio publicado en ‘Sexual and Relationship Therapy’ solo se basó en ellos) tienen un mejor funcionamiento del sistema inmune. Los conductos por los que circula el semen tienen unas características que impiden que ingresen infecciones desde el exterior y se comprobó que quienes tienen más orgasmos aumentan los niveles de inmunoglobulina A (un anticuerpo).
Favorece la capacidad mental en la vejez
Un estudio de la Universidad de Rostock, en Alemania, comprobó que la actividad sexual incluida la masturbación en las personas mayores de 70 años de ambos sexos mejoró las funciones cognitivas y su capacidad de reacción ante estímulos específicos.
Favorece la transición en la menopausia
En mujeres que están en transición a la menopausia, la masturbación se relaciona positivamente con la regulación de las hormonas reproductivas, un factor importante en este periodo si se tiene época si se tiene en cuenta que estas tienden a descender, según un estudio publicado en ‘The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism’ en el 2015. Esto significa que los problemas derivados por las carencias hormonales en esta etapa pueden atenuarse con esta práctica.
Mejora la calidad del sueño
Otra investigación publicada este año en ‘Frontiers in public health’ encontró que al igual que los orgasmos dentro de una relación normal con una pareja, los que se obtienen a través de la masturbación se asocian con la percepción de una mejor calidad del sueño y una mayor duración.
Los científicos, en concreto, concluyeron que el orgasmo precede mejores resultados en el sueño y por eso los recomiendan a personas que padezcan trastornos del sueño.
No altera el rendimiento deportivo
Una revisión sistemática hecha en el 2016 y publicada en ‘Frontiers in physiology’ demostró que cualquier tipo de actividad sexual y la masturbación no merman el rendimiento de los deportistas, por lo que se infiere que prohibir estas prácticas en días de competición no tiene soporte científico.
Prohibirla puede enfermar
La masturbación es una práctica normal en todas las culturas. Sin embargo, en algunas es amonestada socialmente al punto que la consideran un acto de inmoralidad. Esto ha dado pie a muchas creencias que la relacionan con efectos negativos. Un estudio publicado en ‘Indian journal of psychological medicine’ halló que la prohibición excesiva en algunos individuos puede desencadenar alteraciones de tipo emocional como el síndrome de Dhat (problema psicológico que afecta a hombres que creen sufrir secreciones de esperma involuntarias) e incluso la llamada culpa masturbatoria, que requiere intervención especializada.