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Prohibir la exportación de ganado en pie es hacerle grave daño al país y a la ganadería

Publicado el 16/10/19

Bogotá octubre 16 de 2019. Constantes ataques de ambientalistas y animalistas se registran contra la ganadería, no solo en Colombia sino en otras latitudes, enmarcadas, en este caso en la protección animal. 

José Félix Lafaurie, presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán, explica las consecuencias que una medida de esta naturaleza podría generar, la cual advierte que tendría un grave impacto, y no duda en señalar que existen intereses ocultos.

El programa de TV ‘Los Informantes´, que se emitió el 12 de mayo de 2019, registró imágenes deplorables sobre el transporte de animales por vía marítima, y presentó una entrevista de Andrés Sanín a Lynn Simpson, veterinaria australiana, quien –según Luis Carlos Sarmiento, director de Animal International Latinoamérica (también entrevistado en el mismo programa)–, trajo la evidencia de las condiciones en que viajan los animales (ovejas) por vía marítima desde Australia hacia el oriente medio, documentada por un pakistaní, y luego viralizadas con ayuda de Animal Internacional.

Simpson afirmó que “no hay ninguna buena razón para exportar animales vivos, distinta a la codicia, (pues) tenemos métodos alternativos como el transporte de carne congelada”. Agregó que, “si Colombia está pensando en aumentar las exportaciones, tendrá que pensarlo mejor, porque se está metiendo en un negocio que está muriendo”. 

¿Qué opinión le merecen estas afirmaciones ahora que una ONG presenta un proyecto de Ley ante el Senado para prohibir las exportaciones de animales vivos por vía marítima?

Varias cosas. Y quiero en principio referirme al programa en sí, puesto que da a entender que los animales de las exportaciones colombianas al medio oriente sufrirán las mismas situaciones que señaló la veterinaria, y que refuerza Sarmiento al afirmar que en todas partes del mundo ocurre lo mismo, lo cual, junto con otros animalistas, los lleva concluir que la mejor solución es vender el sofá (prohibir las exportaciones). Sin embargo, exportadores colombianos de reconocida tradición, desvirtúan dichas aseveraciones, tal como lo manifiestan en un artículo de CONtexto ganadero, publicado a raíz de dicho programa de TV: “Condiciones de ganados transportados en barco son óptimas”: Expoganados.

También me llama la atención y que no entiendo, es, cómo una persona después de 10 años y 57 viajes en esos buques como veterinaria, no se retiró de ese trabajo oportunamente, y, hoy sufre, con razón, de depresión –lo dice el programa de TV citado–, por las prácticas que tuvo que aplicar como ella misma lo explica en el programa. Por eso su afirmación referida a que la exportación de ganado en pie está muriendo suena como una cuenta de cobro a todo el mundo, y en Colombia desafortunadamente encontró una caja de resonancia. Aparte de ello, el programa muestra la experiencia con ganado ovino y no bovino, como se intenta argumentar para el cierre de las exportaciones de ganado en pie desde Colombia.

Pero, además, aunque los animalistas piden cesar la venta de ganado en pie, son esos mismos los que compran una chaqueta de cuero o comen pescado en un restaurante, e incluso adoptan pensamientos para ser políticamente correctos.

¿Cuál es el impacto para la ganadería colombiana una medida de esta naturaleza?

Vayamos un poco más allá. Hoy en el mundo se comercializan cerca de 11 millones de bovinos vivos al año. Muy seguramente unos con muy buenas prácticas de manejo y otras no. En carne de bovino en el mundo se consumen un poco más de 60 millones de toneladas y se comercializan internacionalmente alrededor de 10 millones de toneladas.

Son cifras muy importantes y las de Colombia son, comparativamente muy pequeñas, pero muy importantes para nuestra economía nacional y la economía ganadera. Hablamos de 55 mil bovinos exportados en pie al año. Es un sector que tiene presencia en todos los municipios de Colombia, que es 2,1 veces el sector avícola, 3 veces el sector cafetero, genera más del 6 % del empleo nacional y el 19 % de los puestos de trabajo en el sector agropecuario

Pero no es un negocio –como se quiere presentar– en donde unos pocos se quedan con un gran dineral. Hay que entender la economía. Esas exportaciones le generan ingresos a toda la cadena productiva: a los que producen insumos, a los ganaderos que levantan los animales, a los transportadores, a una inmensa mano de obra que viven de esa actividad, y a muchos más. Basta

recordar que la economía ganadera da empleo a cerca de un millón de personas y que en conjunto suman más de 650 mil productores.

Hay que entender además las dinámicas de los negocios. Uno produce lo que el mercado compra. ¡Que es mejor transar carnes refrigeradas! Claro que sí. Y eso sería lo mejor para nuestra ganadería porque ese mayor valor agregado se quedaría en Colombia. Uno no vende lo que quiere sino lo que le compran. Es un tema de comercio no de conciencia, la conciencia es hacerlo bien.

No podemos olvidar que Colombia tiene vocación ganadera exportadora. Está ubicada en el trópico, hemos avanzado en alimentación animal y compensaciones ambientales, producción de carne a pastura, en fin, son muchas las ventajas.

¿Hay algún interés detrás de esa propuesta?

Uno se debe preguntar ¿cuáles son las organizaciones que dicen defender los derechos de los animales que están detrás de este proyecto de ley? ¿Quiénes son sus financiadores? ¿Quiénes son los que verdaderamente tienen la intención de afectar la ganadería nacional?

También hay que preguntarse qué tan generalizadas son esas prácticas que señala la veterinaria. No creo que en cualquier negocio su promotor dañe el producto antes de venderlo. Es de sentido común entender que nadie compra un animal en Colombia, Argentina o Brasil que haya padecido algún tipo golpe o agresión, ya que eso se ve reflejado durante el sacrificio, el precio baja y la calidad de la carne que reciben los consumidores no es la deseada, también se desconoce el riesgo cambiario que implica una operación internacional de esta naturaleza.

Pero también se desconoce –al intentar prohibir las exportaciones de ganado en pie– el esfuerzo de muchos productores en la implementación de buenas prácticas ganaderas, así como las acciones y la política del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, quien regula, controla y vigila la sanidad animal del país y, por supuesto, la de dichos embarques –en cada embarque están presente estos funcionarios–, así como también el trabajo mancomunado de gremios ganaderos regionales, como los de la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán. Es algo que desconoció el programa.

Más aún, desde la creación del Fondo Nacional del Ganado, la promesa de valor era tener un país libre de aftosa con vacunación para poder exportar. Estamos hablando de un proyecto de más de 25 años, como para venir hoy a cambiarle las reglas al sector por cuenta de una protección animal –que si bien está en el ordenamiento jurídico–, también lo esté en la Constitución Nacional la libertad económica y la libre empresa.

Ni puede haber sesgos contra lo que es la libre empresa, la economía de mercado, y mucho menos con el afán de un país como el nuestro –que requiere de más ingresos externos y cuya balanza comercial es deficitaria–, propiciando un escenario para afectar en grave daño a la ganadería colombiana.

Detrás de esa propuesta, no me cabe duda alguna, subyace un prohibicionismo que coarta las libertades. Hoy quien quiera consumir carne, la consume. Ese prohibicionismo esconde intereses que bien vale la pena escudriñar, con esas simples preguntas que señalé antes. La gente del común puede decidir sin que les impongan reglas.

¿Qué mensaje les envía a los ganaderos?

Que prohibir la exportación de ganado en pie es hacerle grave daño al país y a la ganadería colombiana; es echar por la borda años de trabajo mancomunado de gobierno y ganaderos; que debemos unirnos para proteger la ganadería contra los veganos, contra los animalistas, ambientalistas, que, pese a que en Colombia tenemos ganadería sostenible y hemos avanzado en buenas prácticas ganaderas y hemos dado ejemplo en ganadería sostenible, y somos ejemplo en el mundo, hay gente que se empeña en acabar con la ganadería del trópico, pues un sector como el nuestro que tiene inmensas posibilidades no sólo para proveerle al mundo la proteína animal que demanda sino el bienestar de muchos colombianos. Es una actividad que tiene muchas posibilidades.

Pero también es un mensaje para los Honorables Senadores sobre la gravedad de la propuesta. Colombia no puede equivocarse.



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