La Administración Trump dio este viernes un nuevo paso en su propósito de desmantelar la política de Barack Obama hacia Cuba. El secretario de Estado, Mike Pompeo, ha solicitado al Departamento de Transporte la suspensión de los vuelos de compañías estadounidenses a nueve aeropuertos cubanos, de manera que solo tendrán autorización para operar con el de La Habana.
La decisión, que entrará en vigor el próximo 10 de diciembre, busca enviar «un mensaje claro al Gobierno cubano de que Estados Unidos está tomando medidas firmes en respuesta a la represión continua del régimen contra su pueblo y su apoyo a Maduro», según explicó Pompeo en una carta remitida este viernes al citado departamento.
Entre los destinos que se quedarán sin servicio regular figuran los de Camagüey, Santiago de Cuba o Varadero, y las aerolíneas afectadas incluyen American Airlines, Delta y JetBlue. En cambio, los vuelos chárter, que utilizan muchos cubanoamericanos para viajar de Miami a Cuba, podrán continuar como hasta ahora.
El restablecimiento de vuelos comerciales entre Estados Unidos y Cuba fue producto del deshielo diplomático entre ambos países propiciado a partir de 2014 por el anterior presidente norteamericano, Barack Obama, y el ex jefe del Estado cubano, Raúl Castro. Ese tipo de vuelos fueron autorizados en 2016, lo que fue celebrado por muchos al permitir que mejorara el servicio prestado y los precios, ya que hasta entonces solo operaban los chárter.
«Hemos visto como el Gobierno cubano se ha beneficiado de los viajeros estadounidenses. No vamos a permitir que esos fondos se vayan a las arcas del gobierno», dijo un funcionario de la Adminsitración norteamericano al diario de Miami « El Nuevo Herald».
En concreto, los nueve aeropuertos a los que ya no se podrá volar desde EE.UU. en vuelo regular son: Internacional Ignacio Agramonte en Camagüey, Jardines del Rey en Cayo Coco, Vilo Acuña en Cayo Largo, Jaime González en Cienfuegos, Frank País en Holguín, Sierra Maestra en Manzanillo, Juan Gualberto Gómez en Matanzas, Abel Santamaría en Santa Clara y Antonio Maceo en Santiago de Cuba.
La restricción en los vuelos se suma a otras medidas que el Gobierno estadounidense de Donald Trump está adoptando para presionar al régimen de La Habana, al que acusa no solo de oprimir a su propio pueblo, sino también de apoyar otras dictaduras como la de Nicolás Maduro en Venezuela.
Este mes entraron en vigor nuevas limitaciones para el envío de remesas desde EE.UU. a Cuba y desde el pasado lunes se han revocado las autorizaciones a compañías norteamericanas para alquilar aviones a aerolíneas de la isla, lo que ha obligado a Cubana de Aviación a cancelar vuelos a una serie de destinos extranjeros.
Así mismo, el pasado junio se prohibieron los cruceros a Cuba, que se habían reanudado en otra de las medidas que puso en marcha Obama.
Meses antes, en abril, la Administración Trump impuso además sanciones a las empresas y buques que enviaran petróleo a la isla.
El exilio reclama «el cambio» en Cuba
El anuncio de la suspensión de vuelos comerciales coincidió con un foro celebrado en la llamada Torre de la Libertad de Miami, en el que grupos del exilio cubano ratificaron un acuerdo por la democracia en Cuba.
Organizaciones disidentes establecidas fuera de Cuba ratificaron el acuerdo, suscrito en 1998, y lamentaron la ausencia en el evento de los opositores que residen en la isla, al señalar que el régimen cubano les impidió su salida.
Al foro, titulado «Pasos del cambio en Cuba», asistieron el secretario general de la Organización de Estados Amerianos (OEA), Luis Almagro, y el responsable del Departamento de Estados para Latinoamérica, Carrie Filipetti.
Almagro aseguró que la región tiene una deuda con el pueblo cubano, que sufre «la peor dictadura de todas», mientras que Filipetti alabó el coraje de los periodistas y activistas y denunció los atropellos contra estos opositores. Se refirió especialmente a José Daniel Ferrer y otros tres disidentes que fueron detenidos el pasado 1 de octubre en Cuba tras una redada policial, informa Efe.
Por su parte, Rosa María Payá, líder de Cuba Decide e hija del fallecido opositor Oswaldo Payá, denunció que Ferrer lleva «tres semanas desaparecido» y llamó a un minuto de silencio de los asistentes para «recordar a los más de 120 presos políticos».