Los colombianos lanzaron al Gobierno un mensaje claro de que quiere un cambio de rumbo en su política económica y social que espera sea escuchado en la administración del presidente Iván Duque, donde hasta ahora no ha tenido eco.
Las multitudinarias manifestaciones del jueves en todo el país, lideradas por jóvenes y trabajadores, y sobre todo el prolongado cacerolazo nocturno en Bogotá, incluso frente al condominio donde tiene su residencia particular el presidente, muestran que más allá de colores políticos, el país ha cambiado.
“Debe interpretarse la voz de la sociedad civil reclamando sus derechos. El Gobierno nacional tiene que escuchar y dar respuestas adecuadas: es tiempo de grandeza para convocar a un consenso que conduzca a un gran acuerdo nacional con las organizaciones sociales y políticas”, manifestó el procurador general, Fernando Carrillo.
Sin embargo, la reacción del Gobierno ha estado por debajo de la gravedad del momento, tanto que hasta miembros del partido Centro Democrático, al que pertenece el presidente, han manifestado su disconformidad con el manejo que la Casa de Nariño, sede del Ejecutivo, está dando a los reclamos populares.
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Desconexión con la gente
El presidente, ajeno a la realidad, dio anoche una alocución al país para referirse a la protesta en la cual condenó, como era de esperarse, los actos vandálicos que se produjeron en Bogotá, Cali y otras ciudades, pero no dio señales de que esté dispuesto, al menos de momento, a abrir una vía de diálogo con los organizadores de las manifestaciones y con los partidos políticos.
“No era para hablar de la forma. Era para hablar del fondo”, criticó en Twitter el congresista Gabriel Santos, del Centro Democrático, sobre la alocución de anoche de Duque, de la que el país esperaba más y que hizo demasiado tarde, sobre las diez de la noche.
En su mensaje, el presidente dijo escuchar a los colombianos y que “el diálogo social ha sido la bandera principal de este Gobierno”, que debe profundizarse “con todos los sectores de esta sociedad”, pero no fue más allá y por ejemplo, no hizo una convocatoria a un diálogo nacional para discutir las demandas y posibles soluciones.
Falta de gobernabilidad
La convulsión social que vive América Latina parece no preocupar a una Administración que considera el mandato de las urnas suficiente para gobernar solo con los suyos, sin tener en cuenta que carece de mayorías en el Congreso para aprobar los programas bandera de Duque, lo que le crea además un problema de gobernabilidad.