El presidente de Estados Unidos ha firmado finalmente el acuerdo de la primera fase del acuerdo comercial con China, con el que pone final a las hostilidades entre las dos mayores economías del mundo. Según ha dicho Donald Trump, que ha recibido a una delegación de China en la Casa Blanca, «el de hoy es un paso decisivo hacia un futuro de comercio justo y recíproco entre ambos países». Ahora ambas partes negocian la segunda fase, que será la definitiva.
Pocas veces una firma de un tratado ha reunido a tantos asistentes en la sala Este de la Casa Blanca. Al presidente y al vice primer ministro y artífice de la política económica de China, Liu He, les han acompañado 16 senadores, 11 diputados, cuatro ministros y cuatro embajadores. También han estado presentes el magnate Sheldon Adelson, que hizo el grueso de su fortuna en el negocio de los casinos, y Henry Kissinger, que fue secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional de Richard Nixon cuando este restableció las relaciones diplomáticas con China.
Visita de Trump a China
El presidente Trump ha anunciado que planea una visita a China, para la que no ha ofrecido fechas, y ha dado las gracias al presidente chino, Xi Jinping, por facilitar la firma del acuerdo. De criticar a China por aprovecharse de EE.UU., Trump ha pasado a saludarla como un aliado fundamental.
El viceprimer ministro Liu ha leído en la Casa Blanca una carta del presidente Xi dirigida a Trump. «La firma de este acuerdo es buena para China, para EE.UU. y para el mundo», decía la misiva. «Ahora queda que ambas partes respeten los términos del acuerdo con honestidad», añadió. Xi ha pedido un trato justo para las empresas chinas en EE.UU.
El vicepresidente, Mike Pence, ha defendido que los mayores beneficiados de este acuerdo «serán los granjeros y ganaderos de este país». «Esperamos que el de hoy sea un nuevo comienzo para los pueblos de EE.UU. y China», ha dicho Pence.
Culmina así una guerra comercial que ha durado más de dos años y durante la cual Washington y Pekín se han cruzado multimillonarios aranceles [impuestos sobre las importaciones] que han provocado una profunda inquietud en los mercados internacionales. Trump intentó paliar los efectos de esos aranceles forzando a la Reserva Federal a que bajara repetidamente los tipos de interés, algo a lo que el jefe de esta, Jerome Powell, se resistió.
Los términos del acuerdo
El esperado acuerdo comercial con China que hoy ha ratificado Donald Trump en la Casa Blanca es más bien una tregua que un final de hostilidades. Lo más importante de este pacto es que Estados Unidos ha cancelado aranceles a productos chinos por valor de 160.000 millones de dólares (140.000 millones de euros), incluidos productos como teléfonos móviles y ordenadores, y ha reducido del 15% al 7,5% impuestos sobre artículos por un monto de 112.000 millones.
Trump ha conseguido de China el compromiso de que importará de EE.UU. bienes por un valor mínimo de 200.000 millones a una serie de fabricantes, agricultores y granjeros de EE.UU. El objetivo de este compromiso es equilibrar la balanza comercial, que sigue siendo deficitaria. El año 2018, el último del que hay cifras, EE.UU. compró a China bienes por un valor de 539.000 millones y apenas vendió a ese país 120.000 millones. Puede que esa diferencia se reduzca levemente cuando se hagan públicos los datos definitivos de 2019.
Una de las concesiones de la Casa Blanca ha sido sacar a China de la lista oficial de gobiernos que manipulan su divisa, en la que fue incluida en agosto. Entonces, Pekín había depreciado el valor de su moneda, el yuan, para paliar el efecto negativo de los aranceles y otras sanciones económicas. Hoy el dólar se cambia por 6,89 yuan. En agosto llegó a cambiarse por 7,17.
China se compromete también a colaborar con las autoridades norteamericanas para tomar medidas que garanticen la prevención del robo de la propiedad intelectual. Empresas estadounidenses del sector tecnológico y farmacéutico han protestado ante las autoridades de su país porque el Gobierno chino les obliga a compartir información crucial en el diseño y fabricación de sus productos que luego entrega a competidores nacionales, que venden a precio mucho más barato. China se compromete a no exigir esa información a las empresas que quieran entrar en su mercado a partir de ahora.