La reacción de Corea fue mucho más rápida y decidida. Cuando sumaba medio centenar de casos —según los datos consolidados de la Organización Mundial de la Salud (OMS)—, el alcalde de Daegu, la ciudad del primer foco, habló de una “crisis sin precedentes” y pidió a todos los ciudadanos que se quedasen en sus viviendas y que usasen mascarilla en todo momento, incluso dentro de sus casas. En el caso de Madrid, el llamamiento a permanecer en casa llegó cuando ya había un millar de contagios. En ningún momento se ha recomendado usar mascarillas a personas sanas porque no ha demostrado efectividad.
Ese aviso del alcalde coreano llegó el 20 de febrero, cuando se descubrió que el virus se estaba propagando en una secta. El día equivalente en España sería el 28 de febrero, cuando empezó a crecer la transmisión local. Al día siguiente (el 21 de febrero) con un centenar de positivos, el primer ministro coreano calificó la situación de “urgente”, y dos días después de “la más alta alarma”. Y esto se tradujo en acciones. Desde el primer momento, Corea puso en marcha un agresivo plan para hacer pruebas que identificaran el SARS-CoV-2. “A diferencia de otros países, donde solo se hacen test a quienes tienen síntomas, nosotros hemos decidido realizarlos a todo el que haya estado en contacto directo con casos confirmados. En lugar de esperar que los pacientes vinieran, hemos ido a por ellos y buscado posibles infectados para evitar que contagiaran a la comunidad, decía a CNN Park Neunghoo, ministro de Sanidad coreano.
Corea ha realizado desde entonces más de 15.000 pruebas diarias. En España, según anunció el ministro Illa el domingo, se habían hecho más de 30.000 en total desde el principio de la crisis. La teoría de Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, era justamente la contraria que la de Nunghoo: “Tomar muestras a personas asintomáticas no tiene mucho sentido porque un negativo de hoy no quiere decir que mañana no puedas desarrollar síntomas. No aportan información y sí una falsa sensación de seguridad: ‘Como yo fui negativo ya no me tengo que preocupar, puedo ir a todas partes, no tengo que tomarme la temperatura”.
En Corea no hizo falta en ningún momento aislar ciudades. Y es algo que llevan con orgullo. “Sin dañar el principio de una sociedad transparente y abierta, recomendamos un sistema de respuesta que combine la participación pública voluntaria con aplicaciones creativas de tecnología avanzada.
Corea, que tiene la ventaja de tener en su territorio algunas de las empresas que fabrican los reactivos para detectar el virus, puso en marcha una red de casi un centenar de laboratorios para tener los resultados, cuando en España podían hacerlo en principio una veintena de hospitales. Esto hizo aflorar en el país asiático numerosos contagios, lo que también resultó en una tasa de letalidad mucho más baja que en otros lugares: un 0,8%, según los últimos datos. Seguramente tiene que ver con que su sistema sanitario es mucho más avanzado que el de China, donde han muerto casi un 4% de los infectados. Pero, también, con que al realizar test masivos se detectan muchos positivos que en otros lugares habrían pasado desapercibidos, con lo cual la cantidad relativa de decesos baja. En España la tasa de letalidad está por el momento en el 3%, pero existe un claro infradiagnóstico: desde el 11 de marzo, el criterio oficial del ministerio es no hacer pruebas a los casos más leves, que quedan archivados en el cajón de “posibles”, para centrarse en los graves.
Fuente:Elpais.com