En ese pequeño poblado del municipio de Cadiz alguien sospechó del hombre que había alquilado una casa en las afueras de la ciudad para llevar a cabo un supuesto proyecto futbolístico hacia fines del año pasado. Meses más tarde, la desconfianza se transformó en una brutal realidad: el teórico reclutador deportivo era bajo la superficie un explotador sexual que había convencido a siete jóvenes sudamericanos para que viajen a España con el fin de tener oportunidades en el mundo del fútbol europeo.
La Guardia Civil irrumpió en el lugar durante las últimas horas para poner en marcha la operación Promises: detuvieron a tres personas y liberaron a los deportistas sudamericanos, entre los que había un menor procedente de Argentina. El resto de los jóvenes, según las primeras informaciones, eran nacidos en Colombia.
Las versiones iniciales indican que los deportistas arribaron al país europeos asesorados por un supuesto entrenador (mencionado como J. en los informes) y un teórico Ojeador (bajo la inicial de D.). Ellos ofrecían alojamiento y los medios para probarse en clubes de la zona. Sin embargo, según aseguró la Guardia Civil el desenlace de esta terrorífica película era completamente distinto: eran incitados a prostituirse.
La macabra historia se llevó a cabo en el municipio de Prado del Rey, que cuenta con poco más de 5.000 habitantes y que está ubicado a más de una hora de la ciudad de Cadiz, la cabecera de esa provincia situada al noroeste del país. Los siete muchachos liberados se alojaban en el segundo piso de una vivienda ubicada junto a la estación de autobuses, cercana a un campo de fútbol, y habían aprovechado la azotea de ese lugar para entrenarse durante el período de confinamiento por la pandemia, según la reconstrucción de algunos vecinos.
A raíz de las sospechas de ciudadanos y de las propias autoridades, la Guardia Civil había iniciado una investigación un mes y medio atrás. Según consiguieron armar el rompecabezas hasta el momento, el proceso era perverso: las familias se endeudaban con prestamistas que cobraban grandes intereses para facilitar el viaje y una vez en Cadiz, miembros de la organización se encargaban de trasladarlos desde el aeropuerto hasta la casa en Prado del Rey.
Rápidamente, la carcasa de éxito deportivo se caía: les retenían la documentación y les sacaban el poco dinero que tenían encima para poder tenerlos controlados. Bajo la excusa de no encontrar equipos de fútbol, los incitaban a ser protagonistas de chat sexuales como una alternativa para poder cubrir sus gastos, siempre regulados por el líder de esta organización. También existían viajes a otras localidades de Cadiz y Sevilla, que investigan que podrían ser también parte de la red de explotación sexual que traspasaba lo meramente virtual.
El flagelo no finalizaba allí según los informes de los medios españoles. Apenas había un pago por estos hechos, los líderes del clan delictivo se aseguraban de quedarse con el dinero y amenazaban a los siete muchachos con contarle a sus familias en Sudamérica con el fin de darle paso a un sometimiento psicológico sobre los muchachos que habían viajado pensando que tendrían la chance de convertirse en estrellas del fútbol mundial.
“Los jóvenes entrenaban en la azotea. Pasaban y se les veía la tristeza en la cara”, relató un vecino de la casa donde los tenían reclutados al medio La Voz Digital. “Llevaban las botas de fútbol y eran amables y educados”, definió otro de las personas que vivía en la cercanía. Ninguno quiso acompañar su testimonio con su nombre por el medio a lo acontecido, aunque aseguran que uno de los jóvenes llegó incluso a trabajar temporalmente en un bar de la zona.
Las autoridades profundizaron la desconfianza y comenzaron a acercarse a ellos. Las sospechas de que existía algo macabro detrás de su historia, incluía la creencia de que estaban alojados en condiciones inhumanas y que, aparte, debían mendigar por momentos para comer según destacó La Voz de Cadiz. Le ofrecían a los futbolistas –que a veces entrenaban en instalaciones municipales– comida y buscaban encontrar una sintonía de confianza para que ellos mismos revelen lo ocurrido para agilizar el proceso policial. “Han estado aproximadamente siete meses en Prado del Rey. Empezamos a trabajar con ellos desde los servicios sociales para ver cuáles eran sus necesidades. Ahí vimos pequeños índices que algo no iba bien”, informaron autoridades del pueblo.
“Se encontraban en una circunstancia totalmente vulnerable. Han venido totalmente engañados y estafados por estos presuntos delincuentes. Una situación dramática que ha caído en nuestro pueblo como un jarro de agua fría”, declaró la alcaldesa Vanesa Beltrán Morales en diálogo con el canal televisivo TN, quien confirmó que el único menor del grupo es argentino.
“Estos chiquillos venían como un proyecto futbolístico, los metían en una vivienda y debían pagar una suma fija al mes. Como no podían satisfacer ese dinero porque no tenían empleo y cómo reportarle económicamente, supuestamente obligaban a estos jóvenes a prostituirse”, agregó Beltrán Morales.