¿Qué harÃas tú para evitar que un majestuoso árbol de 1.500 años fuera vÃctima de las sierras de una maderera?
¿ArriesgarÃas tu vida, habitando un espacio en las alturas no más grande que una cama sencilla, a la intemperie, pasando frÃo, hambre, dolor y aislamiento?
¿Cuánto aguantarÃas?
Pues Julia “Butterfly” Hill, una activista medioambiental, vivió en la cima de una milenaria secuoya en el norte de California durante 738 dÃas para evitar que la talaran.
Sólo aceptó ponerle fin a su increÃble protesta y bajar del árbol después de ganar su batalla para protegerlo, asà como el área que lo rodeaba.
Varios activistas han ocupado árboles, pero se cree que la protesta de Julia es la que más ha durado.
“Creo que a quien quiera talar un árbol de estos deberÃa ordenársele vivir en él durante dos años”, dijo al programa Witness del Servicio Mundial de la BBC sobre su hazaña.
“Cuando llegué a California por primera vez y entré en el primer bosque ancestral, quedé muy conmovida e impactada por lo bellos y sagrados que son y se sienten”, comentó Julia a la BBC.
Desafortunadamente, desde la colonización del territorio californiano por culturas occidentales, la continua tala de este recurso natural diezmó los bosques.
“Al inicio de mi activismo, tomé conciencia de que el 97% de los bosques de estas secuoyas milenarias ya se habÃa destruido“, explicó.
El 10 de diciembre de 1997, trepó a un árbol de 55 metros de altura al cual le dio el nombre de Luna. Ahà fue cuando se dio cuenta en qué se habÃa metido.
“Estás atada a una soga de escalar, usas tus manos y pies para lentamente ir subiendo al árbol. A unos 25 metros de altura, cometà el error de mirar hacia abajo. Entré en pánico y me paralicé. Cuando abrà lo ojos otra vez, mantuve la vista fija en Luna a medida que subÃa”.
Sin embargo, el entorno también le tenÃa reservadas sorpresas agradables.
“El olor en el bosque es extraordinario. El aire es tan dulce que realmente lo puedes saborear”, describió.
El hogar de Julia en el árbol era una plataforma de dos metros por uno y medio. Más o menos del tamaño de una cama sencilla.
Después de pasar un año subido a ella, pudo armar una segunda plataforma. Se protegÃa bajo una lona de plástico, su cama se reducÃa a un saco de dormir y le subÃan la comida con un lazo.
Durante ese tiempo tuvo contacto humano, daba entrevistas a los medios a través de un teléfono que funcionaba con energÃa solar. Pero cuando llegó el momento de enfrentar el mal tiempo, estuvo completamente sola.
“HabÃa mucha humedad y frÃo. Aun con la lona de plástico que me servÃa de techo y paredes, hasta la niebla penetraba y la lluvia encontraba pequeños agujeros por donde gotear desde las ramas a la plataforma”, relató
Tuvo que soportar tormentas con vientos de hasta 150 kilómetros por hora, lluvia congelada, granizo y finalmente nieve que destruyeron su refugio, con lo que quedó completamente expuesta a la intemperie.
Las condiciones meteorológicas fueron tan intensas que sufrió congelación severa porque no podÃa secarse ni calentarse durante semanas.
“Soportar el peor invierno registrado en la historia a 18 pisos de altura, en una pequeña plataforma en el cielo, me desafió en todos los aspectos. Mi deseo de sentir calor y secarme, el miedo a morir. Fue llevada al borde de todos los posibles temores que tenÃa. Y fue a través de esa experiencia que evolucioné como un ser humano”, afirmó.
Fuente:BBC.com