Imagínate que toda la energía de ocho soles es liberada de inmediato.
Así fue la onda gravitacional que surgió tras la fusión de dos agujeros negros, la más potente jamás observada.
La señal dejada por este evento viajó unos 7.000 millones de años para llegar a la Tierra, pero todavía fue lo suficientemente potente como para hacer que detectores láser en EE.UU. e Italia la sintieran en mayo del año pasado.
Según investigadores, la colisión de estos agujeros negros produjo una entidad con una masa 142 veces mayor que la de nuestro Sol.
Su magnitud es considerable. La ciencia ha rastreado durante mucho tiempo la presencia de agujeros negros en el cielo que han sido un poco más pequeños o incluso más grandes. Pero este nuevo hallazgo estrena una nueva clase de agujeros negros de tamaño intermedio que están en el rango de entre 100 y 1.000 masas solares.