Joe Biden deberá, entre otras cosas, lidiar con la crisis sanitaria y económica que sufre EE. UU.
“Regresaremos”, dijo Joe Biden a pocos días de asumir la presidencia del país más enlutado por la pandemia de covid-19, sumido en una crisis económica y sacudido por una ola de reclamos de justicia racial y una violencia política recrudecida.
Con su partido controlando ambas cámaras del Congreso, el líder demócrata espera hacerles frente a los amplios retos que se le avecinan, como crear nuevas oportunidades para los trabajadores, restablecer la protección del medioambiente, darle prioridad a la atención sanitaria y retomar las maltrechas alianzas internacionales.
“El éxito como presidente de Joe Biden se determinará, en gran medida, en los primeros cien días de su gobierno porque llega al poder con una crisis muy profunda y urgente. Su reto inmediato es que los estadounidenses sientan que hay una estrategia nacional para enfrentar la pandemia, lo cual no ha existido bajo el gobierno Trump”, le dijo a EL TIEMPO Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano.
Y es que la doble crisis de una pandemia y una economía en recesión son un desafío que superará incluso el que enfrentó como vicepresidente de Barack Obama cuando asumió el cargo a raíz del colapso financiero de 2008.
Biden, quien prestará juramento el próximo miércoles, sostiene que su plan es atacar todo esto al mismo tiempo para dejar atrás uno de los periodos más oscuros de la historia de EE. UU. No obstante, si algo tienen en común sus principales desafíos es que ninguno se resolverá de manera rápida, especialmente cuando el país se encuentra polarizado.
“Es importante no subestimar la indignación y el resentimiento de muchos estadounidenses que votaron a favor de Trump y contral el ‘establishment’. La desconfianza reina y una buena mayoría de los republicanos siguen sin considerarlo como el presidente legítimo”, afirma Shifter.
En cuanto a la pandemia, el demócrata prometió acelerar el ritmo de vacunación bajo la premisa de lograr aplicar 100 millones de inyecciones en los primeros 100 días de su gobierno, así como reabrir colegios de manera segura.
El coronavirus, que se ha cobrado ya más de 300.000 vidas en EE. UU. y supera los 23,2 millones de casos en EE. UU. es uno de los frentes urgentes a atacar.
“Biden tiene que empezar de cero y hacer una política nacional en donde se establezcan medidas como el uso obligatorio del tapabocas y una distribución óptima de las vacunas”, señala Isacson.
Pero, más allá de los grandes retos económicos y sanitarios, el nuevo presidente de EE. UU. tiene por delante la tarea, no menor, de regresarle el rol proactivo en defensa del mundo liberal que EE. UU. lideró desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
“El asalto al Capitolio tuvo un costo para la autoridad moral de EE. UU. en el mundo, porque pese a decir que van a pasar la página de Trump, no hay ninguna garantía que en cuatro años las cosas vuelvan a cambiar”, afirma Shifter, al considerar que “el reto es volver a liderar los acuerdos internacionales, por lo que primero Biden debe acumular capital participando de manera activa, pero entrando con modestia”.
Se espera que el demócrata restablezca las relaciones con las organizaciones multilaterales que prácticamente se abandonaron con Trump. “Biden tiene que retejer toda esa fábrica internacional rota y enfrentar el ser, tal vez, el único líder en todo el mundo que ha podido tumbar pacíficamente a un líder populista autoritario”, dice Isacson.
De igual manera, ya anunció que retornará a los acuerdos de cambio climático de París y los tratados de límites al desarrollo nuclear de Irán.
No obstante, los expertos coinciden que en cuanto a la lucha contra el cambio climático, el principal reto de Biden más que volver a tener un papel preponderante en el acuerdo mundial, consiste en “diseñar políticas que vayan más allá del gobierno de turno”.
“El mayor problema para enfrentar el cambio climático es que requiere de un compromiso y de una política a largo plazo. La política de Biden debe cimentar unas parámetros que permitan que hacia 2030-35 se mantengan y no sean fáciles de revertir”, dice Isacson. Por su parte, Shifter afirma que “el efecto sobre el medioambiente de la aspersión también será un tema para la política de drogas que establezca Biden”.
“Lo que sí es seguro es que su gobierno no va a culpar al de Iván Duque por no fumigar rápidamente los cultivos ilícitos, y seguramente sus esfuerzos se concentrarán en combatir el crimen organizado y en fortalecer la presencia estatal”, señala Isacson.
Por encima de todo esto, el presidente electo también deberá lidiar con el fantasma del saliente mandatario Donald Trump.
“Trump puede ser una gran distracción dentro del esfuerzo de Biden de sacar adelante su agenda. Movilizando a la gente, dominando el ciclo noticioso y hasta metiéndose en problemas porque, más allá del juicio político que cursa, el saliente presidente lidiará con juicios por temas de corrupción y abuso de poder. Eso va a dificultar la gestión de Biden que, en esencia, dirigirá un gobierno mucho más tecnocrático y menos entretenido”, sentencia Isacson.