Viernes, 22 de Noviembre del 2024
xb-prime


El adiós a Gildardo García, el gladiador de los tableros de ajedrez

Publicado el 21/01/21

El Gran Maestro falleció a los 66 años; un jugador agresivo, profesional y ambicioso por el triunfo.

El deporte colombiano está dolido. El ajedrez mundial aún llora la desaparición de un grande: Gildardo García, que a sus 66 años perdió la partida de la vida, la misma que le ganó el nuevo coronavirus, luego de luchar contra él durante más de 15 días en la Clínica Bolivariana de Medellín.

Vivía en Miami (Estados Unidos), pero llegó a finales del año pasado a su natal Medellín, ciudad en la que nació el 9 de marzo de 1954, a visitar a su familia. Casado con Martha Lucelly Rendón, de cuya unión quedaron sus hijas Vanesa y Melisa, Gildardo era un hombre brillante, callado, tal vez más serio de lo que pretendía.
Esa sabiduría, el ser analítico y calmado lo llevaron a inclinarse por aprender a jugar ajedrez, un deporte que necesita de mucha concentración, preparación física, temple y arrojo para ir de frente en busca de la victoria.

“Cuántos recuerdos con Gildardo. Empezó su carrera deportiva con efecto inesperado; por primera vez participó en el Campeonato Nacional de Mayores en 1977 y lo ganó, fue un huracán. Lo mismo hizo en el siguiente Nacional de 1978. Conquistó diez. Es una actuación de marca, fue el mayor ganador de los nacionales de Mayores en el país”, recordó Sergio González, un “experto del ajedrez”, como él mismo se denomina.
“Como en un personaje de Kafka, la muerte se lo llevó. Llegó de Miami, donde estaba radicado con su familia y tenía una escuela de ajedrez para niños, a Medellín, y allí lo esperaba. Que la tierra sea leve, mi amigo Gildardo García. Un gladiador del tablero”, dijo González.

“En la Olimpiada de Manila (Filipinas), en 1992, tenía una partida aplazada con un ajedrecista griego. La posición no era favorable para Gildardo. La analizamos con los jugadores del equipo de Colombia, no vimos posibilidad, estaba perdido, sus peones desligados eran presa de la torre del griego”, recordó González.

Y agregó: “Lo mejor era abandonar la partida y preparase para la ronda siguiente. Gildardo se encerró solo en su habitación buscando las mejores posibilidades. Me dijo: ‘Voy a resistir y trataré de poner trabas, ofreciendo más dificultad a mi oponente’. Y sí, ganó la partida contra todo pronóstico, lo hizo porque el ajedrez es lucha y él lo sabía”.
Dueño de una tremenda agresividad cuando jugaba, García desafiaba a sus rivales, nunca se entregó cuando iba perdiendo y siempre tuvo la inteligencia y la sangre fría necesaria para hacer una jugada maestre y obtener la victoria.

“Cuando comencé, él y Alonso Zapata eran los dos únicos grandes maestros. Los encuentros entre ellos eran para alquilar balcón. Hasta los transmitían. Esas partidas las sacaban en una revista que se llamaba Alfil Dama. La primera vez que tuve contacto con él fue en 1995, nos enfrentamos en Pereira. Yo era juvenil. Me ganó. Su estilo era agresivo, iba siempre de frente y era un ganador. García hizo todo lo que uno se sueña hacer en el ajedrez”, contó el gran maestro Álder Escobar.

Al momento de su fallecimiento, Gildardo ocupaba el puesto 14 del escalafón nacional y nadie podrá olvidar los 10 títulos nacionales que obtuvo: 1977, 1978, 1985, 1986, 1987, 1990, 1991, 1995, 2003 y 2006.

“Era un jugador táctico, agresivo, ambicioso. Personalmente era muy serio, callado, pero al mismo tiempo tenía su sentido del humor. Cuando hablaba lanzaba una broma. Pero lo que más destaco de él era su profesionalismo, era un jugador que se metía de lleno en las partida, siempre vivía muy concentrado”, señaló Escobar.

García ganó el Torneo Panamericano de Ajedrez juvenil en su primera edición. Entre 1976 y 1980, 1984 y 1992 y en los años 1996, 1998 y 2006 representó a Colombia en las olimpiadas de esta disciplina.

“Era un hombre muy noble. Competitivo. Siempre observaba y nos daba consejos, siempre les decía a los jugadores que estaban comenzando algo positivo, nunca una crítica, un mal comentario; al contrario, se refería de la mejor manera”, declaró Escobar, quien no puede creer que Gildardo se haya ido.

La noticia de su muerte le dio la vuelta al mundo. Varios medios se dieron a la tarea de reseñar a la figura del deporte colombiano.

Uno de ellos fue el portal ABC Blogs, quien señaló que Emil Sutovsky, director general de la Federación Internacional de Ajedrez, destacó al colombiano como uno de los grandes de este deporte. “Era un luchador muy fuerte y agudo, con una profunda educación en el ajedrez clásico. Se mantuvo activo hasta el último año”, señaló.
Su gran rival

Gildardo García se convirtió en el segundo gran maestro de este deporte de este país, después de Alonso Zapata, el hombre contra el que lucho la supremacía en Colombia, su gran contrincante.

Sus enfrentamientos eran épicos, movían masas, la gente quería saber paso a paso, movimiento a movimiento de sus partidas. García y Zapata se convirtieron en rivales y amigos, dos deportistas que le dieron mucho nombre al ajedrez colombiano.
El mundo del deporte ha vivido rivalidades épicas. Solo hay que poner a funcionar la memoria para traer a este tiempo enfrentamientos que han sido históricos, como los que protagonizaron en el boxeo Muhammad Ali y Joe Frazier, o en el ciclismo Eddy Merckx y Felice Gimondi, o los que se viven en el tenis con Rafael Nadal y Roger Federer.

En el ajedrez del país, los duelos García-Zapata equivalían, guardando las proporciones, a esas rivalidades enumeradas anteriormente, o, por qué no, al enfrentamiento entre dos grandes de esta disciplina: Anatoli Kárpov y Gari Kaspárov.
“Fue mi rival de toda la vida. Sentí mucho choque con su muerte, es una pena. Jugó mucho, incluso más; le aprendí mucho porque nos enfrentamos infinidad de veces. Gildardo había dejado de competir, yo sigo activo, no tanto como quisiera”, así lo recordó Zapata.

Y agregó: “Tenía un talento increíble, una excelente capacidad táctica y era un jugador de ataque. Era muy ofensivo, siempre iba de frente. Creaba jugadas de la nada y encontraba combinaciones impresionantes. Había que jugar algo psicológico con él, entrar en el ajedrez técnico para vencerlo”.

Zapata recordó los comienzos de su rival. Contó que García, el mensajero de la Liga de Ajedrez de Antioquia, no sabía jugar, pero aprendió rápidamente y logró su casilla al nacional de Pasto en 1977.

“Era la primera vez que yo salía de Pereira y fui a ese torneo. Los favoritos al triunfo eran Raúl Henao y Antonio Agudelo. En el papel nadie los podía vencer, pero lo hizo Gildardo, eso habla muy bien de lo que él era”, dijo Zapata, radicado hoy en Atlanta (Estados Unidos).

Esa victoria le sirvió a García para ir al Mundial; se ganó su casilla, pero no tenía papeles. No contaba con el pasaporte ni los documentos reglamentarios para salir del país. La Federación tuvo que moverse para que él pudiera ir a representar a Colombia.
Zapata habla rápido. Al otro lado de la línea se ‘puede ver’ a un hombre acelerado, pero la verdad era que estaba ansioso, conmovido cuando hablaba del hombre que lo hizo sufrir frente a los tableros.

“Hoy, los grandes maestros son jóvenes. Yo lo hice a los 22 años y él lo hizo más tarde. Después de los 30 años es bien complicado lograr la norma, pero él lo hizo y eso es una forma para decir lo excelente profesional que era. Es duro porque entre más edad hay más responsabilidades; se necesita dedicarse al ajedrez, enfocarse solo en eso y olvidarse de muchas cosas. Hay que viajar, competir, entrenar, ir a eventos fuertes y eso uno lo asume con juventud, pero Gildardo venció a todo eso”, contó.

Cuando Alonso supo la noticia no lo creyó. La muerte de su principal contrincante lo aterrizó, fue como un golpe al corazón.

“Siento en el alma lo que pasó y recuerdo tantas horas luchando contra él, frente a frente. Es que el ajedrez tiene muchas cosas, hay una preparación antes de la partida, una lucha grande, es una cosa de gladiadores, incluso más fuerte. Una derrota es difícil de asimilar. Cuando perdía con él pensaba: ‘es mejor que me den una golpiza en el boxeo’. Es que uno no duerme”, recordó Zapata, de 62 años y nacido en Pereira. Claro, Alonso lo venció, pero Gildardo también obtuvo sus triunfos en los famosos enfrentamientos. Hoy, cuando ya no está, su eterno rival lo recuerda.

“Tengo más presentes los enfrentamientos que me ganó, que los que salía airoso. Fue un hombre humilde, que a punta de mucho sacrificio salió adelante, se formó y fue el que fue. Eso es de admirar”, agregó Zapata.

Gildardo García partió. Dejó atrás sus enseñanzas en la academia que tenía en la Florida (Estados Unidos), pero para sus rivales, amigos y admiradores, el mejor regalo que le dejó al ajedrez colombiano fue su tenacidad, sus ganas de salir adelante, su agresividad y su don de enseñar el deporte ciencia. ¡Adiós, maestro!

Fuente: El Tiempo



Comments are closed.