El nombre de Raquel Coronell era, hasta hace una semana, un nombre desconocido en el mundo de los medios, a pesar de que esta joven reportera nació en el epicentro de estos. “Buena parte de mi niñez me la pasé en una sala de redacción”, cuenta ella. Bogotana de 23 años, es hija de uno de los periodistas más importantes de Colombia y fue nombrada esta semana presidenta del Harvard Crimson, uno de los periódicos universitarios más antiguos y prestigiosos de Estados Unidos. Coronell es la primera latina en dirigir este lugar de la Universidad de Harvard, en sus 148 años de historia. Sus páginas las editaron o dirigieron los expresidentes John F. Kennedy y Franklin Delano Roosevelt, además de un sin número de periodistas que hoy ocupan cargos importantes en los medios norteamericanos. Pero la silla del presidente fue, durante décadas, exclusiva para hombres blancos de élite que jugaban golf. No para una mujer como Raquel Coronell.
“Soy muy consciente de mi responsabilidad, sé que estoy ahora en la silla que ellos han ocupado”, le dice a EL PAÍS desde Cambridge. “Ellos construyeron lo que hoy es el Crimson pero, como todos los medios, tienen que evolucionar, y yo voy a trabajar para estar a la altura del reto”.
Aunque los latinos en Estados Unidos representan alrededor de 20% de la población, en la industria de los medios de comunicación su participación se ha mantenido enana. Un reporte del Gobierno publicado en septiembre calcula que la participación de hispanos en los periódicos como analistas o reporteros es alrededor de 11%. Y como editores –los que definen el qué y el cuándo se publica– es aún menor: 7%. De hecho, dice el reporte, el porcentaje de latinos en la industria de los medios es el más bajo del país cuando se compara con el porcentaje de otras industrias de la economía. “En el New York Times, el periódico de mayor alcance, solo el 7% del staff es Latino”, dijo el representante demócrata Joaquín Castro cuando leyó el reporte. “En el Washington Post, que está en la capital de nuestra nación, solo el 5% de los empleados son latinos. Incluso en Los Angeles Times, en una ciudad que es 50% latina, solo 17% de los reporteros son latinos. Algunas de las instituciones más respetadas en los medios de este país son las grandes responsables de la exclusión cultural”.
Raquel Coronell, que ahora es la cara visible de una de esas instituciones respetadas, repitió durante decenas de entrevistas para competir por el cargo que ella haría del Crimson “una puerta abierta a los hispanos”. El periodismo, añadió además al comité de selección, debe ser “un contrapeso del poder a nombre del ciudadano común”.
Una visión propia del periodismo pero que Raquel Coronell cultivó después de años en las salas de redacción más complicadas del periodismo colombiano cuando niña, y luego años de adolescente como latina en Miami. “El periodismo, cuando es genuino, debe ser un contrapoder”, escribió su padre, Daniel Coronell, en una columna del 2016. Un eco de la semilla periodística que llegó a Harvard.
“¿Sabes cómo los niños chiquitos suelen decirle mentiras a sus papás? Bueno, eso en mi casa no se podía, porque mis papás siempre iban a descubrir la verdad”, recuerda la nueva presidenta del Harvard Crimson.
Raquel Coronell no aprendió reportería en el Crimson sino en la cuna: es la hija mayor de la presentadora de televisión Maria Cristina Uribe y del periodista más influyente de Colombia, Daniel Coronell, quien hasta hace poco era director de noticias de Univision. Cuando Raquel tenía 4 años, sus padres despegaron Noticias Uno, como director y presentadora, un noticiero independiente que hizo valientes denuncias de corrupción o violaciones de derechos humanos durante el Gobierno del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010). “La sala de redacción era como una segunda familia”, recuerda Raquel, que comía galletas entre camarógrafos y reporteros de investigación que discutían los titulares que serían noticia toda la semana. “Yo era la niña más informada del kínder”, dice.
Coronell poco entendía de lo que ocurría detrás de los titulares, pero percibía cuando el equipo se ponía tenso, no solo por noticias de última hora, sino porque sus padres empezaron a ser amenazados de muerte desde el 2004, cuando su padre investigaba si la Presidencia colombiana había comprado un voto en el Congreso para permitir la reelección de Uribe en 2006 (descubrió que sí). En 2005, la que empezó a recibir las amenazas fue Raquel. “A la primera que le vamos a mandar en pedazos es a la hija”, le gritó un hombre por teléfono al periodista, después de describir cómo iba vestida la pequeña cuando su madre la dejó ese día en el jardín infantil.
Raquel no entendía bien qué ocurría ni recuerda el pánico de sus padres, pero se sorprendió cuando tuvieron que empezar a moverse por la ciudad con escoltas. “Recuerdo que un día llegaron unas coronas de flores funerarias a la oficina de mi papá, con los nombres de nosotros”, cuenta sobre una de las amenazas. Con ayuda del Comité para la Protección de Periodistas, la familia decidió salir del país y refugiarse temporalmente en California. “De un día para otro pusimos todas nuestras pertenencias en un par de maletas y nos fuimos”, recuerda Raquel, que pensaba que se iba de vacaciones. Era una niña de ocho años viviendo las consecuencias de la censura.
Los Coronell vivieron dos años en California donde nació el hermano menor de Raquel, pero cuando volvieron a Bogotá la persecución no se detuvo. “El presidente Uribe estaba muy molesto por los informes que divulgaba [Daniel Coronell] contra él y su familia”, dijo una directora de inteligencia años después cuando reveló que las comunicaciones del periodista estaban siendo intervenidas por el Gobierno. Aún así, los Coronell se quedaron y continuaron su trabajo con Noticias Uno. La pequeña siguió observándolos junto a las cámaras.
“Creo que mis papás siempre me han impulsado a que yo no sea periodista precisamente por todo lo que vivimos”, cuenta ella sobre el trauma de esa época. “Pero en vez de frenarme, lo que esto hacía era impulsarme más, porque veía que a pesar de esos costos ellos seguían priorizando la verdad e informar a la gente por encima de todo. Siempre he admirado eso, y yo quiero ser así como periodista, y como persona. Priorizar la verdad y la misión de hacer un servicio público para los ciudadanos”.
Pero Raquel Coronell sí dudó en un momento si quería ser periodista. En 2016, cuando la familia vivía en Miami porque el padre dirigía la unidad de noticias de Univision, ella fue diagnosticada con leucemia. Después de dos años y medio de tratamiento pensó que lo suyo era estudiar medicina y ayudar a sanar a otros con su misma condición. Pero el impulso duró poco. Cuando se apuntó para ser reportera en el Harvard Crimson en febrero del 2020, encontró “el poder del periodismo”.
Sus artículos en el último año y medio son reportajes sobre disputas laborales de Harvard con un sindicato de estudiantes graduados, o una carta abierta para detener a los chicos ricos de Cambridge que insisten en viajar al principio de la pandemia, o un par sobre la Harvard Kennedy School, la famosa escuela de Gobierno por la que han pasado presidentes de todo el mundo como Álvaro Uribe y su predecesor, Juan Manuel Santos.
“Lo más retador por ahora fue cuando invitaron a la Kennedy School a Saeb Erekat, que era jefe negociador de la Organización para la Liberación de Palestina, y fue muy difícil lograr entrevistarlo, pero lo más impresionante fue que un mes después él falleció por culpa del covid”, cuenta Coronell sobre su entrevista en el que Erekat criticaba una salida negociada del conflicto con Israel sin presencia de Palestina, como propuso Trump. “Esta fue quizás una de las últimas entrevistas que dio en vida”, dice la reportera.
Coronell hace ahora reportería sobre la policía de Harvard –y sobre el racismo en esta– mientras se prepara para su nuevo cargo en enero del 2022. También considera entrar a la escuela de Derecho de Harvard y darle un giro a su carrera. “Para mí son muy importantes los derechos de los periodistas, la seguridad de los periodistas, como es obvio”, dice. “Así que de alguna manera u otra el periodismo va a formar parte de mi vida profesional, pero aún no sé si va a ser practicando periodismo o defendiendo a los periodistas”. Como directora de un periódico, o como miembro de un comité que salve a periodistas como su padre, Raquel Coronell tiene claro que no hay otro lugar en el mundo para ella que entre periodistas.
Fuente: El Tiempo.