Tras el rechazo de las elecciones presidenciales de Nicaragua por la mayoría de países de América, el presidente Daniel Ortega ha decidido retirar a su país de la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que ha acusado de mantener “actitudes injerencistas” contra su régimen. El canciller nicaragüense, Denis Moncada, ha informado este viernes en Managua que el Gobierno ha comenzado su salida del organismo americano “instruido por el presidente constitucional de Nicaragua, comandante Daniel Ortega Saavedra”, en la que es una respuesta a los señalamientos de ilegitimidad democrática de los resultados de las presidenciales.
El régimen ha explicado que la salida de la OEA se da bajo el amparo del artículo 67 de la Convención de Viena, que establece el procedimiento oficial a seguir cuando un país decide retirarse de un tratado internacional que ha ratificado. “Me dirijo a usted para notificarle oficialmente nuestra indeclinable decisión de denunciar la Carta de la Organización de los Estados Americanos, conforme a su artículo 143, que da inicio al retiro definitivo y renuncia de Nicaragua a esta organización”, afirma el régimen en la carta enviada al secretario general de la OEA, Luis Almagro, y que ha leído el canciller Moncada.
Con la denuncia de la carta del organismo, el régimen de Ortega inicia un proceso de dos años para hacer oficial su salida. “Transcurridos dos años a partir de la fecha en que la Secretaría General reciba una notificación de denuncia, la presente Carta cesará en sus efectos respecto del Estado denunciante, y este quedará desligado de la Organización después de haber cumplido con las obligaciones emanadas de la presente Carta”, según lo establecido en el artículo 143 de la Carta Constitutiva de la OEA.
Ortega ha tomado esta decisión después de que la Asamblea General de la OEA, que se realizó la semana pasada en Guatemala, votara una resolución en la que rechazaba los resultados de las elecciones presidenciales del 7 de noviembre, considerados una “farsa” por la oposición. Esas votaciones se dieron con los siete aspirantes de la oposición encarcelados por el régimen, una fuerte represión contra las voces críticas y sin condiciones mínimas que garantizaran la legitimidad del proceso. La resolución de la OEA fue aprobada por 25 países, siete se abstuvieron —entre ellos México— y la delegación de Nicaragua votó en contra. Además de rechazar los resultados de la votación, el documento aprobado obliga a la secretaría general hacer un análisis de la situación política de Nicaragua de cara a analizar la aplicación de la Carta Democrática, que incluye la expulsión del país al considerar que no cumple con los requisitos democráticos establecidos en ese documento.
“La Organización de Estados Americanos ha sido diseñada como foro político diplomático que nació por influencia de Estados Unidos como instrumento de injerencia e intervención, y su actuar en contra de Nicaragua de esta organización que funciona permanentemente en Washington tiene como misión facilitar la hegemonía de Estados Unidos con su intervencionismo sobre los países de América Latina y el Caribe. Lo que para Nicaragua es inaceptable, lo rechazamos y lo condenamos”, denuncia el régimen de Managua en la carta enviada a Almagro.
La salida de Nicaragua de la OEA puede tener fuertes consecuencias económicas para un país que necesita del flujo de divisas que llegan a través de préstamos de organismos multilaterales ligados a esa organización, explica Tiziano Breda, analista para Centroamérica del Crisis Group, un organismo centrado en la resolución de conflictos. “Tendrá menos capacidad de acceder a recursos internacionales de mecanismos interamericanos como es el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID). Estos tendrán tendrían mayores reservas en proveerle recursos a un Gobierno que ha sido expulsado por sus violaciones del organismo regional más importante”, explica Breda.
La decisión del Gobierno nicaragüense ha generado reacciones, principalmente de Estados Unidos, cuyo presidente, Joe Biden, ha denunciado lo que considera una “dictadura” parecida a la de la dinastía somocista que gobernó el país durante 47 años. “Nos gustaría que Nicaragua regrese a la comunidad interamericana, (pero) siempre respaldando los valores y los principios a los cuales todos nos inscribimos, que son el respeto del desarrollo democrático”, ha dicho a EFE Juan González, encargado de Latinoamérica y el Caribe de la Casa Blanca. “Eso es lo fundamental, no es de izquierda o derecha, es democracia, es lo único en que nosotros insistimos como región”, ha afirmado González.