RUSIA y China serán la prioridad en la agenda exterior alemana y amenazan con convertirse en recurrentes focos de tensión en la coalición tripartita que bajo el liderazgo del socialdemócrata Olaf Scholz asumió este miércoles el poder.
En línea con el legado de una “Europa soberana” que incansablemente trabajó su antecesora, la conservadora Ángela Merkel, el nuevo canciller sostuvo que la relación trasatlántica continuará como el pilar central de la Alemania y, en razón de ello, la Otan debe ser “un elemento indispensable” de la seguridad tanto del país como de la región.
En tal sentido y ante los presuntos planes rusos de invadir Ucrania, evidenciados por el aumento de tropas y tanques en la línea divisoria, lo que según el presidente Vladimir Putin es solo una medida preventiva para defenderse en caso de que la Otan se acerque a los límites de su país, el canciller Scholz hizo una tajante advertencia al Kremlin: habrá “consecuencias” sobre el gasoducto Nord Stream II (que conecta a ambos países) si las tropas sobrepasan los límites.
“Nuestra posición es muy clara, queremos que todos respeten la inviolabilidad de las fronteras, de no ser así, todos deberían entender que eso tendría consecuencias…Pero, de momento, hay que actuar para asegurar que la situación siga siendo la que es, es decir, que no se violen las fronteras”, declaró el socialdemócrata a la cadena de televisión Welt TV, minutos previos a su juramento como canciller alemán.
Frente a China, tradicional foco de tensión con Occidente, la ecologista Anna Baerbock al frente del ministerio de Asuntos Exteriores ha prometido más firmeza frente a regímenes autoritarios que durante la época Merkel, donde primaron los intereses económicos y comerciales. Así prometió volver a poner los derechos humanos en el centro de la diplomacia alemana, lo que agiganta la lupa sobre el Kremlin y Pekín.
Y aunque el acuerdo de la coalición tripartita gobernante, establece que las decisiones diplomáticas se tomarán tras previo análisis, por mayoría aunque no por unanimidad, la evidente disparidad en los conceptos de ecologistas, liberales y socialdemócratas presagian duros enfrentamientos al interior del nuevo gobierno. Estos últimos se han mostrado tradicionalmente más conciliadores hacia los países anteriormente mencionados.
Consciente de que los nubarrones que se ciernen sobre la relación bilateral, el presidente chino Xi Jinping sostuvo en su rápido mensaje de felicitación a Scholz que su país está dispuesto “a consolidar y a profundizar la confianza mutua política, a aumentar los intercambios y la cooperación en diferentes ámbitos con Alemania”.
En la misma línea se pronunció el Kremlin que sostuvo que el presidente Putin espera mantener con el nuevo dirigente “una relación constructiva”.
En su debut, el gobierno Scholz también hizo una advertencia a Hungría y Polonia, señalando que defenderán “decididamente” los valores del Estado de derecho en la Unión Europea, que se tambalean en estas dos naciones dirigidos por gobiernos de extrema derecha.
El manejo exterior de Alemania es clave para mantener el protagonismo y peso alemán no sólo en el proyecto europeo sino su influencia en la geopolítica global, como lo alcanzó Merkel. De allí que otro de los grandes interrogantes que se abren es quién asumirá el liderazgo en el viejo continente.
Desafíos, múltiples e inmediatos
El enunciado de un “nuevo comienzo” pronunciado por Scholz en su discurso de investidura en el Bundestang, donde se brindó una prolongada y cerrada ovación de despedida a Merkel, debe arrancar de inmediato ante los numerosos y múltiples desafíos.
Llamado “Atreverse a más progreso”, el programa de la nueva coalición alemana es el resultado de un compromiso entre los socialdemócratas (SPD), los Verdes y los liberales (FDP) que desde este miércoles y por los próximos cuatro años dirige el país. Sin duda, el mayor de ellos mantener la cohesión de la inédita coalición centro izquierdista, y el más inmediato, reforzar la lucha contra la pandemia del covid.
El primero está asegurado por ahora y, en el segundo, en el pico de la cuarta ola desde hace semanas, con record de contagios y la creciente amenaza de la nueva variante ómicron, Scholz se ve abocado a implantar duras restricciones sanitarias y avalar la vacunación obligatoria, proyecto que podría ser votada esta misma semana para comenzar a operar en el primer trimestre del 2022. Sin embargo, no la tiene fácil porque la resistencia de los antivacunas crece tanto en las redes sociales como en las calles.
El nuevo canciller también deberá lidiar con una situación económica desfavorable, lastrada por un crecimiento menor del anunciado y el retorno de la inflación. El programa de gobierno de la coalición es poco claro sobre la financiación de las medidas prometidas, especialmente en inversiones en infraestructura y en la lucha contra el cambio climático, con la previsión de salir del carbón en 2030 y desarrollar las renovables.
Uno de los temas en los que se vislumbran tensiones es sobre el rigor presupuestario ya que mientras socialdemócratas y Verdes buscan una cierta flexibilidad en los próximos años, los liberales del FDP, cuyo dirigente Christian Lindner asumió la cartera de finanzas opta por la ortodoxia al respecto. Así, el acuerdo inicial establece que se mantendrá el actual freno al endeudamiento inscrito en la Constitución, que limita el déficit público anual a un máximo del 0,35% del PIB, excepto en circunstancias excepcionales.
Este mecanismo está actualmente suspendido por el impacto de la pandemia, pero está prevista su reactivación en 2023.
En Europa, donde se anuncian delicadas negociaciones sobre un retorno al pacto de estabilidad, la coalición aboga por un “nivel de endeudamiento sostenible”, garantizando “inversiones sostenibles y respetuosas con el clima”.
La coalición no aumentará los principales impuestos, aseguró Lindner. Por ello, el margen de maniobra presupuestario para invertir y modernizar el país deberá buscarse en otro lugar.
El gobierno prevé varias medidas emblemáticas, entre ellas la subida del salario mínimo de 9,6 a 12 euros (de 10,9 a 13,6 dólares) por hora, la legislación del cannabis para adultos en “tiendas autorizadas”, el derecho a voto a partir de los 16 años, la instauración de un procedimiento de adquisición de permisos de residencia para las personas hasta ahora llamadas “toleradas”, es decir, las que no pueden ser expulsadas por varias razones, pero no disponen de derecho a trabajar y ofrecer a los extranjeros con más de cinco años en el territorio la posibilidad de acceder progresivamente a un permiso de residencia permanente.
La coalición también quiere construir 400.000 nuevos alojamientos anuales, 100.000 de ellos con fondos públicos, e introducir un freno al encarecimiento del alquiler para que los precios no suban más de un 11% en tres años.
Otro de los retos del nuevo gobierno son las metas climáticas, la gran exigencia de Los Verdes, cuya cartera está a manos de otro de sus líderes, Robert Habeck, considerado un escritor filósofo en Medio Ambiente. Entre ellos están “acelerar” la salida de Alemania del carbón, fijada para 2038, y avanzarla a 2030 “idealmente”.
La poderosa industria del automóvil deberá acelerar su transformación. Los partidos quieren tener 15 millones de coches eléctricos en las carreteras en 2030, contra poco más de 500.000 actualmente. También tiene previsto desarrollar el transporte ferroviario para duplicar el número de usuarios y asumir un 25% del transporte de mercancías.
A sus 63 años, Scholz toma el mando alemán con gran experticia política, adquirida mayoritariamente por su trabajo al lado su antecesora, Ángela Merkel, la científica política que con su método de escuchar, analizar y decidir consolidó el progreso de su país, al que también lo convirtió en el eje del proyecto europeo.
Fuente: El Nuevo Siglo.