La luz ha sido siempre clave para orientarse. La del fuego permitía ver cuando no había electricidad, la del Sol durante el día facilita las actividades cotidianas, hay faros que guían a los barcos, estrellas que, más brillantes, le han marcado el camino a muchos exploradores. Hoy hay, finalmente, electricidad. Para los humanos la luz ha sido útil, funcional. Para los animales, en cambio, puede ser perjudicial y peligrosa.
Sobre todo en estas fechas decembrinas, donde la Navidad invita a decorar las casas y a llenarlas de pequeños bombillos, la luz se intensifica y con ella el riesgo para algunas especies de animales, recordando que toda acción humana tiene una consecuencia en su entorno.
En este caso, y según la Asociación Internacional de Cielos Oscuros, los comportamientos que sustentan la vida de animales y plantas dependen del ciclo diario de luz y oscuridad y modificarlo puede ser negativo para actividades y dinámicas animales como las migraciones, los tiempos de reproducción y alimentación y hasta los momentos de descanso. Desde aves migratorias, focas, polillas y tortugas que utilizan la luz de la luna, las estrellas o hasta de la Vía Láctea para orientarse hasta animales anfibios, mamíferos e invertebrados y plantas se ven afectados.
Un caso particular
Desde 2016 investigadores de la Universidad de Lund, en Suecia, comprobaron lo que ya se sospechaba: que los escarabajos peloteros, esos que hacen bolas de excremento y las empujan hasta llegar donde sus crías para alimentarlas, se guían del cielo para moverse y ubicarse. Lo hacen a partir de una danza con la que, al mirar al cielo, recogen información sobre las estrellas que les permite trazar el camino que recorrerán.
Esos mismos investigadores, en conjunto con otros de la Universidad de Witwatersand en Sudáfrica, hicieron otro descubrimiento, uno más desalentador: “Estos escarabajos se ven obligados a abandonar su brújula celeste y orientarse con luz artificial en su lugar”, explica James Foster, quien dirigió el estudio. En otras palabras, tienen que recurrir a buscar las señales emitidas por los humanos porque no alcanzan a ver las naturales y esto los puede desorientar aún más.
El estudio constó de experimentos en los que se analizaron dos zonas: una azotea de Johannesburgo con mucha presencia de luz y otra en una zona rural, en la oscuridad. Los resultados indicaron que los escarabajos no fueron capaces de utilizar su brújula en presencia de contaminación lumínica y se desplazaron hacia farolas y demás artificiales. Además, se movilizaron hacia una misma fuente de luz cuando los expertos explican que lo normal es que se dispersen en varias direcciones para evitar confrontaciones con otros individuos.
Esos escarabajos no pudieron llevar a sus crías la bola de excremento para alimentarlos. Esto aumenta el riesgo de que no sobrevivan y las poblaciones disminuyan. Es una problemática que puede afectar hasta a especies en riesgo de extinción.
Todas las especies
Se ven sobre todo afectados aquellos animales que se orientan a partir del cielo nocturno, con las señales celestes naturales. De hecho, el mismo estudio encontró que las polillas se desorientan y abandonan su propia brújula para acercarse a la luz artificial.
Sin embargo, no solo se afectan aquellos que se basan físicamente en el cielo nocturno. Explica la bióloga y profesora del Ciclo Básico de Ciencias de la Uniremington, Ana Catalina Pinzón, que tanto las personas como los animales tienen actividades cíclicas, unas que se dan durante las horas de luz y otras en las de oscuridad y que se conocen como parte del ritmo circadiano. Lo que la luz artificial hace es afectar ese ciclo biológico interno.
Si se trata de animales diurnos, por ejemplo, se ha encontrado que extienden su período de actividad cuando hay más luces en las noches. En este caso puede ser positivo: les puede permitir tener más tiempo para dinámicas como la alimentación, apareamiento o búsqueda de recursos y refugio. Pero también puede ser negativo en algo tan simple como disminuir su tiempo de descanso y desorganizar los ritmos de sueño. La experta agrega que se afecta el metabolismo de la melatonina y de otras hormonas asociadas a los periodos de descanso del cerebro, como aquellas encargadas del sistema digestivo o el respiratorio.
Cuando son animales nocturnos, continúa, que haya más luz implica que sus lugares, formas y tiempos de desplazamiento cambian, al igual que la disponibilidad de alimento pues puede que la presa que consuman también tenga su ciclo alterado. Pueden, también, disminuir sus poblaciones.
Y aunque pedirle a la humanidad que no utilice luces sería inviable, sí hay formas de ayudar o disminuir los impactos negativos que tiene la contaminación lumínica.
Fuente: El Colombiano.