La hiperinflación es uno más de los problemas económicos de Venezuela. El incremento en los precios pulverizó la capacidad adquisitiva de los venezolanos y la cobertura del mínimo.
El salario se esfumó
La hiperinflación es como un huracán: cuando se va la tormenta queda la destrucción que dejó a su pasó y es difícil regresar todo a su estado habitual. Así explica el diputado Ángel Alvarado uno de los tantos fenómenos que aqueja las finanzas de esa nación.
“Venezuela podría estar saliendo de la hiperinflación, pero se mantendría en una inflación alta y crónica. Es una manifestación de un problema más profundo: una crisis de origen fiscal que tiene que ver con la destrucción de la economía a partir de 2007”, expresa Alvarado.
A cierre de 2020, la inflación fue de 3.478%, de acuerdo con el Observatorio (de 2.959,8% si se revisa la cifra del Banco Central). Para 2019 se calculó en 7.374% o 9.585%, según la fuente que se cite. Entre tanto, la de 2018 se situó en un millón seiscientos por ciento, tomando como referencia la estimación de la Asamblea Nacional, mientras que la del emisor indica que fue del 130.060%.
Sorpresivamente, al tiempo que la economía mundial seguía en crisis de cuenta de la pandemia, el ritmo de la inflación de Venezuela comenzó a frenarse en septiembre de 2020.
La raíz del problema
Los expertos siempre han alertado que la impresión de billetes, para poner más dinero a circular en la economía, puede llevar a una subida de la inflación por encima de las metas macroeconómicas. No obstante, el caso de Venezuela es ajeno a esa teoría, pues el fenómeno se presentó en un contexto de escasez de bolívares.
El decano de Economía de la Universidad Central de Venezuela, Ronald Balza, detalla que la hiperinflación se presentó porque el Banco Central estaba financiando su gasto con emisión monetaria que hacía para Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Los ingresos por la venta del crudo decrecieron por la caída de los precios del petróleo en el mercado internacional y el emisor comenzó a entregarle sus fondos a la compañía estatal.
“En algún momento el gobierno decide dejar de financiarse a través de Pdvsa, el Banco Central no tiene que enviar tantos bolívares y la inflación va cediendo”, puntualiza Balza. Ese cambio fue el que desencadenó la hiperinflación en 2017 y ahora comienza a frenarla para 2022.
Esas transacciones del Palacio de Miraflores que desataron la crisis de Venezuela están por fuera del marco legal, pues la Constitución establece que está prohibido que el emisor financie gasto público emitiendo dinero.
Aún si Venezuela pasa la página de la hiperinflación, las consecuencias de la crisis seguirán latentes: la dolarización de la economía, la brecha en la tasa de cambio entre el dólar y el bolívar y la escasez de la moneda local persisten, obligando a los venezolanos a refugiarse en las remesas de quienes migraron y los ahorros en divisas de aquellos que lograron tener un sustento en medio de la crisis.
Fuente: El Colombiano.