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La historia detrás de los dos empleados del Metro que fallecieron esta semana
February 5, 2022 Nacional

Dos familias despiden con dolor a los empleados del Metro que fallecieron en un accidente aún sin causas determinadas, el pasado jueves, en plena vía férrea. Gustavo Adolfo Atehortúa del Río y Carlos Mario López Correa eran padres, hermanos, hijos, líderes y amigos que dejan un vacío y un legado en quienes los conocieron, que también esperan prontas respuestas sobre lo ocurrido.

Gustavo, centro familiar

Una de las bromas recurrentes de Gustavo era decirles a sus seres queridos que cuando muriera esparcieran sus cenizas en el estadio Atanasio Girardot para darle suerte al Deportivo Independiente Medellín, el equipo que amaba con el alma. Hoy, lo trágico del chiste es una realidad y el hombre, de 45 años, será despedido en la parroquia Santa María La Virgen, en el barrio López de Mesa, donde aún viven sus padres y su hermana menor, María Isabel.

Ella recuerda a Gustavo, el mayor de los tres, como el centro de la unión familiar y el más amoroso. Sus tres hijos, nacidos de un matrimonio que terminó en divorcio, y sus dos sobrinos, así como sus padres y primos, se quedan con esa imagen suya en medio de los corazones destrozados.

Al Metro llegó hace 26 años siendo bachiller y, con apoyo de la empresa, siguió estudiando. Terminó una tecnología, la carrera de Ingeniería Electrónica y el año pasado se graduó de la especialización.

Además del fútbol, adoraba el tenis y lo jugaba con frecuencia, incluso; le gustaban las rancheras, en especial las de Vicente Fernández; amaba viajar y vivía en Calasanz con su perrita Martina, de 4 años, otro de sus amores.

Entre los últimos grandes momentos que pasó con su familia, estuvieron la Navidad y el Año Nuevo, que celebraron en San Pedro de los Milagros, como era tradicional. Gustavo siempre decía que mientras sus padres vivieran pasarían esas fechas juntos.

En medio del dolor que significa su partida, la familia espera la verdad sobre el accidente y, según contó María Isabel, aún no han recibido el apoyo psicológico que anunció la empresa Metro, pero sí han contado con la presencia de una representante de Gestión Humana en los trámites que adelantaron ayer en la Fiscalía (ver ¿Qué sigue?).

Carlos, la unión de un barrio

Desde muy niño, Carlos Mario López Correa se metió en el mundo religioso, como acólito, en la parroquia El Calvario de Campo Valdés, el barrio donde se crió y vivió toda la vida. En ese lugar lo despedirán hoy familiares y amigos cercanos y esperan que sea masivo el homenaje porque era una persona muy reconocida entre la comunidad.

Giovanni Figueroa lo conocía desde los 5 años y aún adultos seguían siendo amigos. Pasaron de jugar con dinosaurios y carritos a las actividades de la iglesia y aunque tomaron caminos diferentes de formación, Carlos Mario nunca dejó morir el amor por los actos religiosos, en especial por la Semana Santa. Admiraba la cultura española para conmemorar esta fecha y se ideó una forma de tener una Semana Mayor con altura en el barrio.

En la década de los 90 fundó la Cofradía Pasionista de Campo Valdés, donde fue considerado un maestro e inspiración para la juventud: hoy, aproximadamente 70 jóvenes forman parte de este espacio. “Carlos Mario fue un líder entregado a la iglesia. Él ayudaba a los muchachos que estaban por ahí en la calle, consumiendo drogas, y les hablaba de Dios”, dice Sergio Vásquez, quien tiene 30 años y hace 20 conocía a Carlos.

Parte de su legado son los objetos religiosos que consiguió a lo largo de los años, a partir de convites y ventas que lideraba en la parroquia para tener siempre algo nuevo en Semana Santa. Tanta era su pasión que quienes lo conocieron dicen que cada año se le hacía eterna la espera de esta fecha que logró posicionar como parte de la cultura de Campo Valdés.

Su tiempo también lo dedicaba a los últimos semestres de Derecho; a su trabajo en el Metro, empresa que amaba y a la que llegó hace una década; a su hija y a su nieto pequeño. Es recordado como el alma de la cuadra porque, inclusive, sacaba el bafle cada diciembre para ambientar la fiesta con los vecinos, a punta de música decembrina, que contrasta con el rockero pelilargo que fue cuando estuvo más joven.

Vecinos, amigos, familiares y discípulos lamentan el trágico hecho que los dejó sin este líder. Y, sin duda, este año estará presente en el corazón de quienes conmemoren su memoria en la Semana Santa que no pudo vivir.

Fuente: El Colombiano.

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