“Nuestro deseo es tener una elección libre y justa aquí; una elección colombiana para los colombianos y nosotros la debemos salvaguardar contra actores externos interesados en manipular las elecciones, tal como han intentado hacerlo en otras partes del mundo”.
Esa declaración esta semana de la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Victoria Nuland, en su visita a Colombia, prendió las alarmas en torno a si existe riesgo de injerencia externa en los comicios parlamentarios y presidenciales de marzo, mayo y junio en nuestro país.
“Nos comprometimos a fortalecer el trabajo que estamos haciendo en diferentes campos que incluyen la ciberseguridad, donde Colombia, al igual que Estados Unidos y muchos otros países, enfrentan amenazas de actores externos contra sus redes públicas y privadas”, complementó la alta funcionaria estadounidense.
Puntualizó que algunos aspectos como los ataques cibernéticos, la desinformación y la propagación de noticias falsas “son amenazas constantes para el desarrollo normal de las elecciones, por lo que trataremos de que esto no impida el desarrollo normal de estas jornadas en Colombia”.
No es la primera vez que Washington advierte de este riesgo. Ya en diciembre pasado, el director para el hemisferio occidental de la Casa Blanca, Juan González, indicó que “vamos a echar una mirada especial para tratar de asegurarnos de que apoyamos un ambiente donde los colombianos son los que deciden sus votos y no son manipulados, ya que hay una cantidad cada vez mayor de desinformación que tiene la intención de interrumpir el proceso democrático para un aliado clave”.
Escenario complicado
Una advertencia de ese tenor es, de entrada, muy grave. De un lado, porque proviene de un gobierno como el del demócrata Joe Biden, cuyo partido denunció tanto en la campaña presidencial de 2016 como en la de 2020 la injerencia de hackers rusos en la contienda proselitista, sobre todo en materia de estrategias de manipulación de información y contenidos en las redes sociales.
Y, de otra parte, porque este campanazo de Estados Unidos se dio en la misma semana en que Colombia se encontraba en pleno pico de tensión con Rusia, luego de que días atrás el ministro de la Defensa, Diego Molano, denunciara que el régimen venezolano había movilizado tropas a la frontera con Arauca con asesoría de personal militar de Moscú.
Tras la dura protesta del gobierno Putin por el grave señalamiento, que rechazó y calificó de infundado, el lunes pasado el embajador ruso en Bogotá fue citado por la canciller colombiana Marta Lucía Ramírez para analizar los alcances de la cooperación militar rusa con la dictadura chavista. Dictadura que, como se sabe, protege y da refugio territorial a las guerrillas del Eln y las reincidencias de las Farc, que desde allí ordenan y coordinan ataques, masacres y acciones terroristas en nuestro país.
Al término del encuentro se informó que Moscú, principal proveedor bélico del régimen de Nicolás Maduro, aseguró que ese apoyo militar a las fuerzas venezolanas nunca sería utilizado para afectar la soberanía, ciudadanía o integridad territorial colombianas. Obviamente, el nivel de confianza entre los gobiernos Duque y Putin es muy bajo, incluso por antecedentes tan críticos como la expulsión, en diciembre de 2020, de dos diplomáticos rusos acusados de espionaje.
Como era apenas obvio, en medio del pico de tensión con Rusia, la advertencia de EU generó un alud de reacciones y análisis. El primero en referirse al tema fue el propio presidente Iván Duque, aunque sin hacer señalamiento directo alguno, y menos a Rusia.
El mandatario indicó que en cuanto a Colombia “… como país, y esto lo digo de carácter general, para que no se preste a interpretaciones, no vamos a aceptar ninguna injerencia extranjera en las elecciones en Colombia”. Agregó que se trabajaba con Estados Unidos para compartir información de inteligencia que permita actuar frente a cualquier intento de interferencia en los comicios.
¿Riesgo real?
EL NUEVO SIGLO consultó a varios expertos respecto a qué tan alto o bajo es este riesgo. De un lado, hay opiniones que difieren en torno a cómo podría llevarse a cabo esa injerencia: hackeo informático al sistema de transmisión de datos electorales, creación artificiosa de tendencias de información y desinformación en las redes sociales o incluso mediante financiación ilícita a las campañas y candidatos.
Por otra parte, son distintos los puntos de vista sobre el para qué de la injerencia o si el riesgo de esta es verdadero.
Para el excanciller Rodrigo Pardo “este es un argumento que desde hace muchos años se viene utilizando, no necesariamente con pruebas contundentes, pero sí como una manera de eliminar al contrario o de quitarle legitimidad a una elección”.
Pardo advirtió que en el Estado colombiano “se ha relajado un poco el cuidado hacia la injerencia externa, sobre todo en época electoral. Las relaciones internacionales se han vuelto más permisivas. Entonces, hay países que intervienen de una manera que hace años no hubiera sido aceptable, ni permitida. Hoy, hay más libertad, y entonces quien tiene el poder y el interés en eso, pues lo está haciendo de una manera más abierta, si se quiere descarada”.
Fernando Araújo, otro excanciller, señaló que “el riesgo de intervenciones externas permanecerá vigente. Es bastante preocupante la permisividad de los actores, pero se espera que con esta unión con Estados Unidos, se podrá manejar mejor la situación para esta campaña electoral”.
Agregó que “como en todos los países, existe esta amenaza de incidir en los asuntos de otros países. Sin embargo, Colombia es un caso diferente, ya que al estar geográficamente mejor ubicado, pues concentra la atención de los grandes poderes mundiales. No obstante, esperamos que esta vigilancia se pueda desarrollar normalmente y que ninguna nación se meta dentro de los asuntos de Colombia”.
Para el experto en temas electorales Alfonso Portela, lo de la injerencia externa en los comicios ya viene de hace mucho tiempo. “Hubo bastantes ataques a los programas y a los procesos. Entonces no me extraña que eso pueda ocurrir”, dijo.
“Es decir: tratar de meterse (en las elecciones) para afectarlas, siempre hemos encontrado rastros de eso. Si uno mira la bitácora de las elecciones y les pregunta a los contratistas los intentos de afectar los sistemas desde el exterior, siempre han sido recurrentes, eso no es nuevo. Ahora, que ya se tome como una política de un país específicamente que quiere afectar los resultados de las elecciones o alterarlos, yo por lo menos no conozco esa información de manera muy puntual y con ese propósito. Pero que desde el exterior a lo largo de los años siempre se ha intentado afectar las elecciones por parte de hackers, de distintas organizaciones, en fin, siempre han intentado afectar los sistemas que se utilizan en el proceso electoral”, expresó.
Para el excanciller Julio Londoño Paredes es muy difícil poder establecer este riesgo de injerencia externa con precisión y no hay pruebas sobre el particular.
En cuanto a si hubo interferencia en anteriores procesos electorales, Londoño dijo que es muy difícil saberlo. “Uno no sabe, hay medidas muy estrictas y muy precisas sobre los fondos que se dan para las campañas, pero uno no sabe si por debajo de cuerda, en un momento determinado, pueda haber algo sobre el particular. No hay pruebas al respecto”, señaló.
Por su parte, la directora de la Misión de Observación Electoral, Alejandra Barrios, indicó que esa organización no tiene ninguna información sobre una supuesta injerencia extranjera en los comicios parlamentarios y presidenciales.
“La MOE no tiene ninguna evidencia de intervención de terceros países en el proceso electoral colombiano, ni de forma violenta, ni de manera financiera”, indicó.
¿Entonces?
Como es apenas obvio, el riesgo de injerencia externa en los comicios generó ruido en la campaña electoral, sobre todo entre los precandidatos presidenciales. Aunque no hubo señalamientos directos, sí en distintos cuarteles proselitistas se preguntó sobre qué instancia externa o gobierno extranjero querría interferir en el proceso electoral y, sobre todo, a favor de cuál aspirante o tendencia política.
Por el momento es claro que hay una alerta temprana prendida y dada la gravedad del campanazo dado por EU es seguro que el tema no se quedará ahí.
Fuente: El Nuevo Siglo.