De las 20.000 especies de abejas registradas en el planeta, 600 viven en Colombia y 44 de ellas están en Cali, en la cuenca del río Meléndez.
Y se espera que proliferen aún más, con la apuesta de la administración del alcalde Jorge Iván Ospina de crear jardines polinizadores en el Parque Ambiental Corazón de Pance.
La misión de conservación y protección de las abejas en Cali ha sido una tarea ardua del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente – Dagma, entidad que cuenta con el apoyo incondicional del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Cali y apicultores de la región.
Este 20 de mayo, Día Mundial de las Abejas, se destaca que ellas cumplen un papel fundamental en la producción de alimento de los seres vivos.
100 especies de cultivos suministran el 90% de los alimentos que se consumen en el planeta y de estos, 71 son polinizados por las abejas, según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la Naciones Unidas (FAO).
Para su conservación, el Dagma ha incorporado en los proyectos de sobretasa ambiental la implementación de jardines e implementado nuevos modelos de intervención que han permitido desarrollar procesos de reubicación de colmenas, lo cual beneficia de manera significativa el bienestar ambiental de la Cali urbana y rural con programas de fortalecimiento a polinizadores, construcción de meliponarios, hoteles de polinizadores y siembra de especies florales.
Sin embargo, las abejas se encuentran en peligro de extinción por múltiples causas.
Las más frecuentes son aposentarse en sitios de gran afluencia de personas, como una cancha de fútbol, un establecimiento comercial, una casa, un colegio, un poste de luz y similares, para establecer una colmena.
Ellas tienen un ciclo de vida que puede durar 45 días en verano y hasta dos meses en invierno, pero hay factores que las ponen en peligro:
– Plagas y enfermedades: El ácaro Varroa es el mayor enemigo de las abejas melíferas.
Este se agarra a la abeja y le succiona la hemolinfa (el equivalente de la sangre en las abejas) y la grasa corporal, lo que debilita el sistema inmune de la abeja.
Los Varroa transmiten enfermedades virales a las abejas, que luego pueden contagiar a toda la colonia. Las colonias, además, pueden verse afectadas y debilitadas por otras plagas y depredadores, como el avispón asiático y enfermedades causadas por bacterias, hongos o virus.
– Factores genéticos: Las abejas melíferas han sido cultivadas en las últimas décadas, seleccionadas por cualidades deseables, como menor agresión y mayores tasas de producción de miel.
Sin embargo, esto ha reducido su diversidad genética, lo que las ha vuelto más vulnerables a parásitos y enfermedades y ha debilitado a las abejas reinas.
– Falta de nutrición y hábitat: Los paisajes modernos no cuentan con las flores perennes que las abejas melíferas necesitan, ni con las plantas entre las que las abejas silvestres buscan alimento y los hábitats en los que anidan.
– Condiciones climáticas adversas: Las temporadas demasiado frías pueden interrumpir la recolección de néctar y polen, lo que daña a las colonias de abejas melíferas y sus crías.
– Prácticas agronómicas: Los métodos de cultivo cada vez más intensivos han afectado los hábitats de las abejas silvestres y el alimento disponible para ellas.
El mal uso de los pesticidas afecta mucho a las abejas.
Las abejas, en condiciones normales, no atacan. Cuando las molestan, sienten ruido o movimientos bruscos, tratan de defender a la reina y sus huevos de los invasores, mediante picaduras agresivas a los humanos o mascotas que pueden ser muy dolorosas y alérgicas, que pueden ser fatales.
Según el miembro del Cuerpo de Bomberos de Cali, William Rubiano, la institución todo el día recibe llamadas por abejas en la ciudad y es difícil determinar un punto donde se concentren estos casos, pues las solicitudes llegan de hospitales, colegios, jardines infantiles, centros comerciales, viviendas y parques en general.
Hay dos etapas en el año en que se ven con más frecuencia -dice Rubiano. Una es de diciembre a febrero y la otra es de agosto a septiembre, porque es el tiempo en que ellas realizan la ‘enjambrazón’, proceso en el que familias nuevas que salen de una colmena van a buscar un sitio en donde hacer su nido para continuar con el ciclo de polinización.
Quizá las más peligrosas sean las abejas africanizadas, también conocidas como abejas ‘asesinas’, que son cada vez más comunes en las ciudades. Su conducta agresiva se debe al tamaño y a la distribución de los neuropéptidos -moléculas cerebrales- que intervienen durante el comportamiento agresivo.
Estas moléculas cerebrales son las que marcan la diferencia entre el comportamiento de ellas y el resto de abejas, pues las africanas son híbridos procedentes del cruzamiento entre algunas subespecies de abejas melíferas europeas y la abeja africana Apis mellifera scutellata.
Se estima que el 90% de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse, aun así, este importante proceso a menudo se pasa por alto. Las abejas silvestres, la meliponicultura y la apicultura contribuyen igualmente a mantener los ecosistemas, ya que la polinización ayuda a dispersar las especies vegetales, lo que a su vez contribuye a conservar la biodiversidad.
En la actualidad, las abejas dependen de la humanidad para proteger su medio ambiente, pero nosotros de ellas para polinizar muchos de los productos que consumimos y muchas de las especies de plantas de los bosques nativos.
Las prácticas agrícolas sostenibles ayudan a proteger las poblaciones de abejas silvestres al reducir la exposición a factores externos y al fomentar la diversificación del agropaisaje.
Procaña indicó que el sector tiene en marcha el proyecto Caña Biodiversa, el cual busca la restauración de corredores ribereños para darle refugio a las abejas nativas en el valle del río Cauca.
En los cultivos de caña del Valle se han identificado 37 especies, cinco de ellas pertenecientes al grupo de abejas nativas sin aguijón.
Fuente: Diario Occidente