El voto en blanco no tiene peso electoral en la segunda vuelta, es decir que, así esta opción obtenga más votos que los candidatos que pasaron a la final, su valor es simplemente simbólico.
En ese contexto, si bien se entiende que muchos ciudadanos tienen reservas frente a los dos candidatos que clasificaron a la segunda vuelta y que buscan manifestar su posición marcando en blanco, vale la pena que lo reconsideren, pues ante una coyuntura electoral tan compleja como la que atraviesa Colombia, se requiere que los ciudadanos tomen partido.
Claro, en un momento crítico como el actual el voto en blanco es la alternativa más fácil, pues libera a los ciudadanos de asumir compromisos. En ese sentido, lo aconsejable es evaluar a conciencia los riesgos que generan los dos candidatos y votar por aquel que genere menos preocupaciones.
En el caso de Gustavo Petro causan preocupación aspectos como la posible pérdida de la democracia, el empobrecimiento a raíz de la implementación de políticas económicas similares a las de Venezuela, que sea permisivo con los grupos armados ilegales, así como el acompañamiento de políticos cuestionados.
En el caso de Rodolfo Hernández preocupan su mal carácter y sus modales, su autoritarismo, su poco conocimiento del funcionamiento del Estado y la imputación que pesa en su contra.
Hay unos riesgos que son de fondo, que son realmente peligrosos, y otros de forma, a los que se les puede dar manejo y son subsanables.
Eso es lo que un ciudadano indeciso debe poner en la balanza, teniendo claro que, como lo mostraron los videos divulgados la semana pasada, mucho de lo que se ve y se dice en la campaña es producto de una estrategia de manipulación. Hay que llenarse de argumentos para votar.