Bogotá,04 de noviembre del 2023.- Casa TEA (Teatro Estudio Alcaraván) empezará su gira por Colombia con su exitosa obra de teatro «La Caída de las Águilas» con la actuación y dirección de Paola Guarnizo, el elenco está conformado por el maestro Álvaro Rodriguez, Lina Londoño, David Bojacá, Tatiana Camargo, Dorian Ladino, Andrés Ocampo y Camilo Casadiego. La obra ha sido premiada con la Beca de creación Festival sala B (2016), el Premio distrital de dramaturgia femenina (2020) y este año ganadores de la Circulación Nacional “Itinerancias artísticas por Colombia” otorgada por el Ministerio de Cultura.
La obra se presentará este 4 de noviembre en Resguardo Wounaan (Quindío) a las 3:00 pm; 7 de noviembre en Pueblo Tapao en el Colegio Marco Fidel Suarez a las 10:00 am, el 9 de noviembre en el Teatro Municipal de La Tebaida a las 7:00 pm con entrada libre. El 10 y 11 de noviembre en la ciudad de Armenia, sitio Casa Aparte a las 7:30 pm por un valor de 15.000 pesos la boleta.
La Caída de Las Águilas fue estrenada en el año 2016. La obra nace como resultado de un laboratorio escénico que indagaba por diferentes episodios siniestros en el marco del conflicto armado del país. Mediante una combinación de hechos reales y metáforas se dio vida a esta creación colectiva que cuenta actualmente con más de 200 presentaciones en el territorio colombiano. Durante el año 2017, en el marco de los acuerdos de Paz, la obra se presentó en cinco espacios territoriales a las comunidades firmantes de paz, organismos estatales y veeduría internacional.
«El teatro es una herramienta fundamental para la construcción de memoria y paz en este país, puesto que se puede utilizar para hacerle un homenaje a las víctimas con la verdad metaforizada en el escenario. El teatro es una herramienta para la paz porque invita a una reflexión y a una introducción de los eventos más atroces que se han vivido en el país, y cómo ha tenido esto que atravesar la vida y la cultura de una Colombia que ha sido flagelada también por el olvido. El teatro va en contra del olvido, por eso es una dinámica de sanación y exorcización de los más absurdos dolores que se han propinado incluso desde el mismo Estado», dijo Paola Guarnizo, directora y escritora de la obra.
El grupo Casa TEA (Teatro Estudio Alcaraván) nace de la necesidad de tener un espacio y un tiempo propios para la creación y para la investigación escénica. La producción artística se fundamenta en el desarrollo de las capacidades creativas de los integrantes inmersos en los procesos de trabajo a partir de la dramaturgia del actor y la creación colectiva. Las creaciones del grupo dan cuenta de la continua búsqueda de lenguajes artísticos a partir de la disciplina investigativa, el juego y la improvisación.
El grupo es un espacio de formación alternativo de puertas abiertas a actrices y actores interesados en profundizar en el oficio del actor y en el papel del artista frente al mundo contemporáneo; más de dos generaciones han pasado por el grupo dejando huella en la dramaturgia de sus obras.
Es una premisa para el grupo crear a partir de temas que afecten al espectador y que le generen preguntas con respecto al universo que nos determina, eso nos ha hecho partícipes de la formación de públicos en la escena teatral nacional. Como resultado de esta continua indagación el grupo ha configurado un repertorio permanente en cartelera en su propia sede y así mismo en festivales y eventos culturales en el país.
“Para Casa Tea es bastante importante las circunstancias actuales y culturales que vive el país, puesto que para este proceso inventivo, tenemos que analizar y profundizar las circunstancias del país y los acontecimientos que allí suceden, que son las motivaciones fundamentales tanto para el grupo como para los grupos alternativos que están viniendo a presentarse a este espacio. Esto nos está llevando a descubrir la esencia y la historia real de nuestro país de qué manera buscar nuevos lenguajes artísticos, estéticos, para humanizar este país tan complicado y abrir caminos hacia todos los espectadores, artistas, músicos, teatreros, bailarines, a dar cuenta de nuestro país creando nuevos lenguajes” dijo el maestro Álvaro Rodríguez.
Sobre la masacre de El Salado
Según una investigación periodística de Brenda Polanco y Sebastián Delgado esta historia es una llave para abrir la puerta a la memoria de la Masacre del Salado, una de las 42 masacres realizadas en la región de Montes de María durante los años 1999–2001 por parte de los paramilitares, llave que tiene la capacidad de abrir cientos de puertas que tienen tras de sí la misma situación: Una acción cómplice contra la vida entre el Estado, los paramilitares y los propietarios –invisibles– de la tierra en las regiones. Las Águilas han caído en todo el país, y tal vez es por ese motivo que, aunque la obra se construye desde la Masacre de El Salado, tiene la posibilidad de llevar al espectador a cualquier masacre de las cientos padecidas por diversidad de poblaciones que habitan este país.
El Salado es un corregimiento del municipio de El Carmen de Bolívar, dentro de los Montes de María, fundado en 1812 y alejado a 18 km del casco urbano. Antes de ser el epicentro de escenas de terror era conocido, al igual que la Curva del silencio, por su producción tabaquera y por las manos, como las de Salvador, que permitían su siembra en la región.
Desde el 16 de febrero del 2000, un conjunto de 450 paramilitares avanzan por toda la región haciendo de sus pasos un manto de sangre y sufrimiento. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, su acción demencial es la respuesta a un supuesto robo de ganado sufrido por un capataz o, en el marco de la obra, un Águila, Enilse López Romero. La comunidad había visto el 23 de diciembre de 1999 unos volantes amenazantes que caían al pueblo como plumas después de un vuelo rapaz.
La masacre de El Salado y su derroche de violencia ilustran de forma contundente una estrategia paramilitar sustentada en el uso y propagación del terror como instrumento de control sobre el territorio y la población. Situación que es puesta ante el espectador entre risas e indicios de llanto, pues en el desarrollo de la obra se presentan escenas que no dejan de otra que reflexionar.
Aunque parezca una situación propia del realismo mágico, varios comandantes paramilitares de los bloques armados allí desplegados se hacían llamar como animales “Gallo”, “Tigre” y “Pantera” entre otros. Esta situación no escapa a la agudeza de la obra, que consigue representarla, permitiendo que el público espectador se encuentre con unos animales capataces y dueños invisibles de la Curva del silencio.
«Cadena» y «El Gallo», eran los nombres de las estructuras paramilitares preexistentes en la región de los Montes de María, y quienes posibilitaron la incursión en el territorio de los otros: el de «El Tigre» salió desde San Onofre para encontrarse con los demás en El Guamo, donde empezaron su itinerario de muerte por la carretera Troncal de Occidente; ubicaron al de «Amaury» en la vía El Carmen de Bolívar-El Salado, y prosiguieron por San Pedro hacia Ovejas (CNMH, 2009, p. 42).
Reseña de la obra:
A través de las memorias de Ezequiel nos adentramos a La Curva del Silencio, un pueblo lleno de vida, color, folclor y tradición, acordonado por la premonición del horror, un pueblo avasallado por la violencia y por el olvido. Un pueblo en donde los victimarios también son víctimas de un sistema cruel que circunda las élites del territorio latinoamericano.
La Caída de las Águilas es un viaje por la reflexión y por el duelo cuando se es parte de una guerra en donde el pueblo pone los muertos y se unta las manos con la sangre de sus hermanos, enriqueciendo al terrateniente y a esas fuerzas oscuras que tienen como única prioridad sus propios intereses.