Lima, 13 de Febrero del 2025.- El comienzo de 2025 ha sido inusualmente cálido. Según el boletín mensual del Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S), enero fue el mes más cálido registrado globalmente, alcanzando una temperatura de 13,23 ºC, superando en 0,79 ºC la media de enero entre 1991 y 2020. Este mes continúa con la tendencia de temperaturas récord observadas en los últimos dos años, a pesar del fenómeno de La Niña.
En cuanto a las temperaturas terrestres, se situaron en 1,80 ºC por encima de la media, siendo el segundo enero más cálido después del de 2020. Las anomalías fueron más notables en el sur y este de Europa, y temperaturas más frías se registraron en Reino Unido, Irlanda, y el norte de Escandinavia. Además, áreas como Alaska, Siberia, y el sur de América del Sur experimentaron calor fuera de lo común.
El océano también presentó temperaturas anómalas, con una media de 20,78 ºC en las latitudes entre 60ºS y 60ºN, el segundo valor más alto para enero. Aunque el Pacífico ecuatorial central mostró temperaturas más frías, el resto de las cuencas oceánicas mantuvo temperaturas inusualmente altas. En cuanto a precipitaciones, hubo lluvias excesivas en Europa occidental y partes de Canadá y Rusia, mientras que otras regiones como el este de España y el norte de África enfrentaron sequías.
Enero de 2025 fue un mes caluroso y lluvioso en España. La temperatura media de la península fue de 7,4 °C, superando en 1,4 °C la media de los últimos 30 años. Fue el sexto enero más cálido desde 1961, destacándose los períodos cálidos entre el 8 y 12 y el 21 y 27, con registros récord en Melilla y Valencia. A pesar de ello, hubo un breve episodio frío entre el 13 y el 19.
En cuanto a precipitaciones, enero fue húmedo, con 87,9 l/m², el 136% de la media histórica. El mes se ubicó como el 20º más lluvioso desde 1961, con variabilidad regional: la mitad occidental de la península fue muy húmeda, mientras que el este y Baleares tuvieron un carácter seco. Canarias presentó un mes normal en cuanto a lluvias.
Las lluvias se concentraron en la segunda mitad del mes, principalmente debido a borrascas atlánticas. Durante los últimos diez días, algunas áreas como A Coruña y el norte de Extremadura recibieron más de 300 l/m². Destacaron los 473 l/m² en Santiago de Compostela y los 96,7 l/m² el día 26 en A Coruña.
“En enero, Valencia registró un récord europeo de 30 grados y, en febrero, hemos superado los 2 grados respecto a la época preindustrial durante 4 días consecutivos” explica el periodista experto en clima Juan Bordera. Es la primera vez en la historia registrada que esto sucede, pero pese a todo esto, aún hay quienes niegan el calentamiento global. Algunas personas insisten en que no hay calentamiento si hay episodios fríos, lo cual es una comprensión errónea del fenómeno.
El calentamiento global no es homogéneo, hay zonas como el Ártico que se están calentando mucho más rápido que otras. El deshielo en el Ártico está provocando un efecto en cadena, generando un gradiente inestable de temperaturas que altera la corriente en chorro. Esto puede llevar a que haya un frío inesperado en ciertas zonas, pero también calor extremo en latitudes más altas, donde no debería haber tanto.
El derretimiento del hielo en el Ártico reduce el efecto albedo, lo que hace que el océano absorba más calor. Esto acelera el deshielo y genera un bucle de retroalimentación que incrementa la temperatura global. Si no actuamos, perderemos un clima estable y estaciones, afectando nuestras cosechas. A pesar de la gravedad de la situación, todavía hay quienes defienden políticas que agravan el problema, como ampliar aeropuertos o puertos.
El cambio climático está modificando los cultivos agrícolas tradicionales. En Italia, los agricultores del sur, especialmente en Sicilia, Puglia y Calabria, están abandonando el cultivo de olivos y cítricos, en favor de mangos y aguacates. El clima mediterráneo, más cálido y seco, favorece el cultivo de frutas subtropicales. Esta adaptación ha permitido a los productores obtener mayores beneficios, debido a la creciente demanda y el aumento de precios de mangos en comparación con los productos tradicionales.
La expansión del cultivo de mango en Italia es notable. En 2023, se cultivaron 1.215 hectáreas de mango, un aumento significativo desde las 500 hectáreas de 2019. Este crecimiento ha sido impulsado por la mayor rentabilidad del mango, cuyos precios superaron los de los limones en el último año. A medida que los agricultores italianos diversifican sus cultivos, el mango ha comenzado a ocupar un lugar cada vez más importante en la producción agrícola del país.
Mientras tanto, países como Perú, México y Brasil han visto caídas en sus exportaciones de mango debido al cambio climático. Las sequías y las lluvias excesivas han afectado la calidad y cantidad de las cosechas, con un descenso del 22% en las importaciones de mangos a Estados Unidos. Esta situación resalta cómo el cambio climático no solo está afectando la agricultura local, sino también los flujos comerciales globales de productos agrícolas clave como el mango.
Para abordar el cambio climático existe una corriente extendida que afirma que es esencial implementar soluciones que incluyan la transición a energías renovables, mejorar la eficiencia energética y promover prácticas agrícolas sostenibles. La reforestación y la conservación de ecosistemas también juegan un papel clave, así como la inversión en tecnologías para la captura de carbono. Además, es crucial fomentar la cooperación internacional y políticas que incentiven la acción climática urgente.
A nivel individual, elegir una tarifa de luz basada en energías renovables o más eficiente puede ser una forma de contribuir a la reducción de emisiones. Pequeños cambios individuales, sumados a políticas estructurales, pueden ayudar a frenar el avance del calentamiento global.
No obstante, en un artículo publicado en The New York Times por Benjamin Y. Fong, miembro investigador en Barret, el Colegio de Honores en la Universidad Estatal de Arizona, cita un alarmante aumento de dióxido de carbono en la atmósfera, comparado con la extinción masiva del final del Pérmico. Destaca que la causa del cambio climático no es la ignorancia o la falta de inteligencia, sino el sistema capitalista, cuyo enfoque en las ganancias a corto plazo está destruyendo el planeta. Según el autor, el cambio debe ser estructural y no depender de soluciones tecnológicas, sino de un cambio político hacia un modelo más sostenible.
En este sentido, podemos afirmar que el sistema capitalista, centrado en el crecimiento económico ilimitado, impulsa una explotación desmedida de los recursos naturales y una dependencia de los combustibles fósiles. La búsqueda constante de beneficios a corto plazo favorece la deforestación, la industrialización masiva y la contaminación, acelerando el cambio climático. Este modelo económico prioriza el lucro por encima de la sostenibilidad ambiental y el bienestar global.
Autor: https://www.papernest.es/